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CAPÍTULO 3 “Hay mucho espacio”: La centralidad de la Iglesia en el avance del Reino de Dios

Y te digo que eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

~ Mateo 16:18

Cuando era niño, me encantaba ir a la iglesia con mi familia. Fue una experiencia increíble para mí: todas las imágenes, sonidos y simpatías de una congregación negra pobre dejaron una huella indeleble en la conciencia de un niño pequeño como yo. Recuerdo haber visto a personas adultas llorar, marchar, gemir y cantar. Todavía recuerdo al Sr. Foster, el guerrero oficial de oración de nuestra congregación, un hombre rotundo, de voz profunda y gentil a quien el pastor llamaría al altar, quien haría eco en las súplicas de nuestra pequeña habitación en el nombre de Jesús para la pequeña pero celosa asamblea. Recuerdo a la señorita Jenkins en el piano, una mujer alta y esbelta con genio musical, que tocaba el piano como una pianista Motown y no podía leer ni una nota de partitura. Todavía puedo escuchar en mi memoria el coro de ocho miembros cuyas “gaitas” eran tan robustas que podrían soplarte el pelo, incluso si estuvieras sentado en las regiones inferiores de la pequeña casa de la iglesia. Servicios

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