Conversion y Llamado, Guia del Mentor, MG01
C O N V E R S I Ó N Y L L A M A D O
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entregando a cosas que, a largo plazo, no son beneficiosas ni prometen importancia. Viven por y para placeres fugaces, posesiones materiales, y logros personales que en cien años no existirán o no tendrán importancia alguna. Para vivir bien no sólo debemos tener gran pasión, sino que debemos dirigir nuestras pasiones y anhelos hacia cosas que perduren, y fines que verdaderamente trasciendan. De acuerdo a la Palabra de Dios, muy pocas cosas son las que verdaderamente importan; por tanto, pocas cosas deberían desearse o buscarse. Uno de los tesoros más significativos de los que habla la Escritura, es la propia Palabra de Dios. Dios declara que su Palabra, la Santa Palabra escrita, es un tesoro por el que valen la pena nuestros más sinceros y sólidos esfuerzos por adquirirlo. Nada sobre la tierra perdura como ella; nada puede proveernos de la sabiduría, la perspectiva, la esperanza y el gozo que ella nos da. La Palabra de Dios es una posesión de profundo valor, que da luz a los ojos, gozo al corazón, sabiduría al espíritu y esperanza a nuestra vida. Aquí el salmista declara cómo la Palabra viviente de Dios despierta su mayor anhelo. No hay una sola posesión a su alcance, o algo tan valioso y apreciable como la Palabra de Dios relativa a su Hijo, Su plan y nuestra esperanza. Si la guardamos seremos advertidos; si nos aferramos a ella obtendremos gran recompensa. ¿Está usted buscando la Palabra de Dios de la misma forma que busca dinero, placeres, tiempo libre, o grandes oportunidades? Nada en este mundo es tan valioso o tan significativo como el profundo conocimiento de la Palabra de Dios. ¿Dónde está hoy el deseo de su corazón? Luego de recitar y/o cantar El Credo Niceno (localizado en el apéndice 1), haga la siguiente oración: Eterno Dios, nuestro Padre, te damos gracias por haber deseado revelarte a nosotros por medio de tu Palabra. Tú nos has bendecido al preservar tus promesas y tus dichos de gracia a través de las Escrituras, las cuales inspiraste por tu Espíritu Santo. Ahora, a través del mismo Espíritu, nos enseñas de tu Hijo y tu glorioso plan para restaurar todas las cosas en Él. Bendecimos tu sublime y santo nombre por darnos tu Palabra viva y permanente; te pedimos que nos concedas tu sabiduría mientras aprendemos juntos del poder y la grandeza de tu Palabra. Misericordioso Dios y Padre celestial, Tú nos has dicho por la boca de tu Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, ‘ Orad al Señor de la cosecha. ’ Basados en este tu mandato divino, oramos con todo nuestro corazón que Tú les des de tu Santo
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El Credo Niceno y oración
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