Conversion y Llamado, Guia del Mentor, MG01

C O N V E R S I Ó N Y L L A M A D O

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La bendición de la miseria

Devocional

Lea Salmos 32.1-11 . ¿Alguna vez ha luchado contra una conciencia culpable? No aquella culpa falsa que a menudo experimentamos, sino la que aparece cuando el corazón nos advierte que hemos hecho algo malo, y nos sentimos mal por lo que hicimos, deseando poder solucionar la situación o retribuirle a la persona que hemos ofendido. Este sentido de culpabilidad es uno de los estados más saludables que usted puede experimentar. Aunque podemos sentirnos emocionalmente miserables y angustiados, aún avergonzados, la convicción de haber errado es uno de los sentimientos más significativos que uno puede tener. No hay duda al respecto; la convicción y el experimentar verdadera culpa delante de Dios en nuestra conciencia está asociado con los sentimientos. En un sentido real, la persona que hace lo malo y no siente la responsabilidad o culpa en su corazón, está en graves problemas espirituales. La incapacidad de ser convencido por Dios nos hace vulnerables a hacer lo malo sin sentir arrepentimiento, dolor o deseos de cambiar. David, en este Salmo, nos habla de la capacidad de Dios para perdonar, y del dolor y la vergüenza que sintió por demorar su arrepentimiento y su reconciliación con el Señor. La miseria que sentimos cuando el Espíritu Santo nos convence de nuestro pecado, es una bendición “vestida en ropas de miseria”, que es diferente de las otras formas de lucha o dolor interno. Esta miseria puede permitirnos entender nuestra propia transgresión, las normas justas de Dios, nuestra incapacidad para obedecer la verdad de Dios en nuestras propias fuerzas, y nuestra deuda con Dios por el mal que hemos hecho. Esta miseria nos guía a la verdad de lo que somos nosotros y de lo que es Dios; nos seguiremos sintiendo miserables hasta que admitamos nuestra culpabilidad ante Dios. Esta miseria nos lleva al único que puede perdonarnos por nuestro pecado. De todas las cosas que necesitamos para mantener una amistad íntima con Dios, la más preciosa es tener una conciencia que pueda darse cuenta de lo que Dios quiere y de su deseo de mostrarnos Su misericordia, si tan sólo estamos dispuestos a admitir nuestro error y venir a Él para recibir Su nueva misericordia. ¡Gracias Señor por la bendición de sentirnos miserables cuando te ofendemos a Ti o a otros!

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El Credo Niceno y oración

Después de recitar y/o cantar El Credo Niceno (en el apéndice 1), ore lo siguiente:

Eterno Dios, nuestro Padre, gracias por el poder vivificante de Tu Palabra y por tu Espíritu Santo, que implanta tu Palabra dentro de nuestro corazón. Gracias por su gentil poder convincente, que nos revela nuestra indignidad carnal, como también tu gran misericordia. Tú estás dispuesto a perdonar a aquellos que vienen quebrantados y abiertos a Ti. Danos hoy Tu gracia para estar de pie, pues necesitamos el poder convencedor de tu Palabra y el poder limpiador de la sangre

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