Conversion y Llamado, Guia del Mentor, MG01
C O N V E R S I Ó N Y L L A M A D O
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¿Debemos familiarizarnos con la música que el mundo escucha para testificarles? Un serio debate ha estado creciendo entre los miembros del grupo de jóvenes respecto a qué clase de música es aceptable que escuchen los jóvenes cristianos. Todo se inició cuando uno de los adolescentes trajo un CD de su artista favorito para escuchar en la reunión de jóvenes, y mientras lo hacían, algunos de ellos repararon en las cosas a las que este artista se estaba refiriendo en las letras de sus canciones. El adolescente que trajo la música, un cristiano que está creciendo y que ama mucho a Dios, se sintió herido por la controversia, creyendo que es importante entender lo que está sucediendo en el mundo, a fin de ser un mejor testigo para sus amigos perdidos. Otros, que también aman a Dios de igual forma, argumentan que esa clase de música debe ser rechazada totalmente, ya que todo lo que dice acerca de la violencia, el dolor y las peleas, más que animarlos, les deprime. Ambas partes parecen estar igualmente convencidas de la importancia del asunto y de la verdad de su “lado”. Parece un callejón sin salida. ¿Cuál es la mejor manera de resolver esta confusión; este dilema entre estas dos partes opuestas? Recientemente, un pequeño grupo de hogar que estaba estudiando los últimos tiempos y la Segunda Venida de Cristo, comenzó a estudiar los varios juicios asociados a estos temas. Pero el estudio ha causado mucha confusión y tensión a una de las hermanas del grupo; particularmente respecto a la idea de que Dios va a juzgar aún a los que nunca han oído de Cristo. Según ella, la idea de que Dios juzgue a los que no han tenido la oportunidad de escuchar acerca de Jesús y su amor, es una contradicción de su amor divino. Ella dice: “Dios no puede hacer eso, porque sería injusto culpar a los que nunca lo han conocido ni han escuchado de Él. Ellos terminarán siendo juzgados por Dios; yendo al infierno simplemente porque nadie les predicó el evangelio. ¡No es justo!” Para los demás, el asunto no es la imparcialidad de Dios, sino la santidad de Dios. Ellos argumentan que si Dios no juzga a todos, de acuerdo a Sus estatutos (por ejemplo, la fe en Cristo), Él faltaría a Su propia integridad, pues Él ha dicho que el que invoca el nombre del Señor será salvo (véase Romanos 10.9-10). Mientras más avanza la discusión, menos llegan a un acuerdo con la hermana. ¿Qué deberían hacer? ¡No es justo!
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