Dios el Espiritu Santo, Guia del Mentor, MG14
D I O S E L E S P Í R I T U S A N T O
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Las Escrituras son el pináculo de la obra profética del Espíritu. El canon de la Escritura (la Biblia) es un testigo único de la profecía de Dios y sus propósitos, los cuales son para toda la gente, en todo lugar y en todo tiempo. [La Profecía] le fue dada autoridad sólo después de que ésta fue examinada (compárese con 1 Ts. 5.19-21). Incluso cuando se reconoció que se trataba de una palabra divina, ésta no necesariamente se transformaba en una palabra canónica. La profecía tenía (y mantiene) cosas importantes para sus recibidores inmediatos, pero fue dada el estado canónico sólo cuando se reconoció que también servía como revelación normativa para futuras generaciones y como un criterio de evaluación por el cual las futuras profecías podrían ser probadas.
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~ E. E. Ellis. “Prophecy, Theology of”. New Dictionary of Theology . Sinclair Ferguson, David F. Wright, and J. I. Packer, eds. Downers Grove, IL/Leicester, England: InterVarsity Press, 1988. p. 538.
La inspiración de las Escrituras por el Espíritu es la manera más importante en la que éste “habló por los profetas”. Y es la única palabra profética que puede ser usada para juzgar autoritativamente las afirmaciones de aquellos que intentan hablar por el Espíritu a la Iglesia en la actualidad.
Generalmente hablando, la iluminación se refiere a la obra interior del Espíritu Santo, la cual alumbra la mente y el corazón de la persona que escudriña las Escrituras. Muchos comentaristas añadirían que el Espíritu no sólo ilumina hablando de forma directa al corazón y la mente del que escudriña, sino que también da el don de enseñanza a los líderes en la Iglesia. El ministerio de predicar y enseñar ilumina el significado de las Escrituras a aquellos que la escuchan. Por ejemplo, cuando Felipe explicó las Escrituras al eunuco de Etiopía, el Espíritu iluminó las mismas a través de los dones de enseñanza que había dado a Felipe. Hechos 8.29-31 - Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. [30] Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿ entiendes lo que lees? [31] El dijo: ¿ Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.
8 Página 60 Punto del bosquejo, II-C-2
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