Dios el Espiritu Santo, Guia del Mentor, MG14
D I O S E L E S P Í R I T U S A N T O
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No se trata de frustrarnos, sino de cuidarnos del dogmatismo. Entienda que los dones son dados para ayudar a la Iglesia en su misión, y que los poderes necesarios para preparar a la misma para la misión pueden cambiar de cultura a cultura y de lugar a lugar. Muchas definiciones pueden dañar el libre mover del Espíritu Santo para cumplir las cambiantes necesidades humanas. El propósito y mensaje de Dios es inmutable, pero sus métodos (incluyendo sus poderes) se adaptan gentilmente y libremente a la condición humana. En las Escrituras del Nuevo Testamento y en la historia de la Iglesia, hay muchos ejemplos de personas que cayeron en el dogmatismo porque poseían un don de liderazgo, o un don de palabra, o un don de poder, creyéndose más espirituales que aquellos que no lo tenían. El apóstol Pablo dice que dicho dogmatismo es absolutamente erróneo. En 1 Corintios 12 y 13 habla de esta equivocada idea en forma directa. Para muchos en Corinto, “una manifestación en particular del Espíritu, el don de lenguas, fue la evidencia segura de ser pneumatikos (una persona del Espíritu, es decir ‘espiritual’)” (Gordon Fee, The First Epistle to the Corinthians, The New International Commentary on the New Testament , Gen. Ed. F. F. Bruce, Grand Rapids: Eerdmans, 1987, p. 666.). Para contrarrestar esta perspectiva Pablo presenta el siguiente argumento: Primero, enfatiza que todos los cristianos fueron bautizados en un cuerpo por un Espíritu y todos fueron dados para tomar del Espíritu (1 Co. 12.13). Después se asegura que entiendan que la posesión de diferentes dones espirituales es una parte normal y saludable de la diversidad en el cuerpo de Cristo (1 Co. 12.14-31) y por lo tanto estas diferencias no pueden ser usadas para elevar la espiritualidad de algunos miembros a costa de otros (1 Co. 12.21-25). Finalmente, en el capítulo 13 propone que la verdadera espiritualidad no es medida por los dones que poseemos sino por el grado de amor que poseemos. Él dice con gran elocuencia: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” (1 Co. 13.1-2).
7 Página 126 Punto del bosquejo, I-D-3
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