Dios el Padre, Libro de Notas Del Estudiante, SW06
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D I O S E L P A D R E
habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. El término sui géneris es una frase latina que significa, “único en su género”, “único en su clase”. Es la abreviación de “el único de su género”. Ésta es una maravillosa manera de describir al Dios infinitamente amoroso, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Una de las verdades más importantes para el hombre piadoso, es el concepto de Dios como Aquel que posee la providencia soberana, un ser que obra todas las cosas según el placer de su propia voluntad. Esta verdad, que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús es un Dios de propósito soberano, está en el centro mismo de las demás doctrinas y mandamientos de la Escritura. Como Dios verdadero, el Hacedor y el Creador de todas las cosas, Yahvé puede hacer lo que desee con quien desee por cualquier motivo que le resulte aceptable. Independientemente de lo terrible que pueda ser una situación, por drástica que sea la necesidad, por trágicas que sean las circunstancias, Él es el Dios de Abraham, el Dios de nuestro Señor Jesús, el mismo que levanta a los muertos y transforma las vidas para que estén de acuerdo a su suprema voluntad y propósito. El testimonio de la Biblia es que Dios no creó el universo y luego se alejó del mismo, para que se desarrollara a su antojo. Aunque haya permitido que existiera el mal durante un tiempo, desde el principio implementó un plan de redimir a la creación a través de su Hijo Jesús, el Mesías. Ahora que su Hijo ha llevado a cabo la redención, ha determinado un tiempo según su propia elección, en la cual todas las cosas volverán a estar bajo su gobierno soberano para siempre. Además, Él ha determinado implementar todo esto a través de Aquel que es el bendito y único Soberano, el Rey Jesús, Señor de señores y el Rey de reyes. Como Pablo sugiere a Timoteo en el texto ya mencionado, sólo nuestro Soberano Señor Jesús mora en la luz de su Padre, siendo el Dios verdadero, el único que tiene inmortalidad, el cual mora en la luz inaccesible del puro espíritu divino, al cual ningún ser humano ha visto o puede ver. Nuestro Dios es el Dios verdadero, el soberano Hacedor del universo, el cual obra todas las cosas según su sabiduría y poder. Su voluntad puede ser resistida, pero nunca será abrumada o frustrada. Él creó todas las cosas, sustenta a todos, y perfeccionará a todos para su propio bien. Él preserva todas las cosas, gobierna todas las cosas, y conducirá todas las cosas al final que tiene estipulado, y nada ni nadie puede impedir que lleve a cabo su objetivo. ¡Él es Dios! ¡Ya que este gran Dios es nuestro Dios, deberíamos darle lo que le corresponde, como Pablo dice, “a él sea el honor y el dominio eterno, Amén!” Sólo la adoración y la rendición incondicional a Dios son regalos dignos a un ser tan majestuoso y sublime. Que éste sea nuestro objetivo; estar en armonía con el propósito sublime y exaltado de este gran Dios, y
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