El Manual de Entrenamiento Basico del Decano de Evangel
A péndice • 139
• Inculcar la pasión por la reproducción (la evangelización, el seguimiento, el discipulado y la plantación de iglesias). “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16). Un misionero veterano, que ha servido en las ciudades de Estados Unidos y Brasil, describe a las iglesias exitosas entre los pobres urbanos de esta manera: Las iglesias . . . que usaban una metodología “le ayudamos en su necesidad” no estaban ganando a la clase trabajadora más baja. Se ayudó a la gente, pero no cambió la dirección espiritual de sus vidas. . . . [Mientras que] las iglesias que carecían de recursos financieros y terrenales se llenaron de gente pobre, fueron dirigidas por predicadores laicos que apenas sabían leer, y hacían duras exigencias sobre las personas. De los nuevos miembros se esperaba que fueran fieles diezmadores, que llevaran ropa que se ajustara a un rígido código de vestimenta, que llevaran sus Biblias a la iglesia, así como que dedicaran una gran cantidad de tiempo para los servicios de adoración, servicios de sanidad, reuniones de oración en las casas, reuniones en las calles, visitas y actividades de alcance. Las iglesias que dieron más y se esperaba lo mínimo, no estaban creciendo, pero las que dieron el mínimo beneficio material y se les exigió, la mayoría estaban creciendo más rápido. Ellas exigieron conversión del pecado y predicaban que Cristo tenía el poder para que esto sucediera, y que este poder podía ser recibido con fe y oración. ~ Charles D. Uken. “ Discipling White, Blue-Collar Workers and Their Families .” [Disciplinando obreros blancos, collar azul y sus familias]. Discipling the City: A Comprehensive Approach to Urban Mission [Disciplinando la ciudad: Un acercamiento comprensivo de la misión urbana], 2a ed. Ed. Roger S. Greenway. Grand Rapids: Baker Book House, 1992. Pág. 180.
Honramos a Dios y a los pobres cuando los respetamos lo suficiente como para creer que funcionarán como plenos discípulos de Jesucristo.
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