El Manual de Entrenamiento Basico del Decano de Evangel

A péndice • 225

El sufrimiento por el Evangelio El costo del discipulado y liderazgo de servicio Rev. Dr. Don L. Davis

Abrazar el Evangelio y no avergonzarse de el (Rom. 1:16) es llevar el estigma y el reproche de Aquel quién le llamó a su servicio (2 Tim. 3:12). Prácticamente, esto puede significar la pérdida de comodidad, conveniencia, y hasta la vida misma (Jn. 12:24-25). Como embajadores de Cristo, apelando a hombres y mujeres para venir a él, no debemos contar hasta nuestras vidas como estimadas para nosotros, sino estar dispuestos/as a dar nuestras vidas por el evangelio (Hch. 20:24). Todos los apóstoles de Cristo soportaron insultos, reprimendas, latigazos y rechazos por los enemigos de su Maestro (comp. 2 Cor. 6:11). Cada uno de ellos selló su llamado a Cristo y a sus doctrinas con su sangre en el exilio, tortura y martirio. A continuación una lista del destino final de los apóstoles según los relatos tradicionales.

Mateo sufrió el martirio siendo decapitado por espada en una ciudad distante de Etiopía.

Marcos murió en Alejandría (Egipto) después de ser cruelmente arrastrado en medio de las calles de tal ciudad.

Lucas fue colgado de un árbol de olivo en la tierra clásica de Grecia.

Juan fue puesto en una olla enorme que hervía con aceite, no obstante escapó de la muerte milagrosamente, y luego fue enviado a la Isla de Patmos, donde vivió sus últimos días.

Pedro fue crucificado de cabeza en Roma.

Santiago, el Grande, fue decapitado en Jerusalén.

Santiago, el Pequeño, fue arrojado desde el pináculo del templo y luego azotado con bastones hasta la muerte.

Bartolomé fue despellejado vivo.

Andrés fue amarrado a una cruz, de donde predicó a sus perseguidores hasta morir.

Tomás fue traspasado con una lanza en Coromandel, en las Indias Orientales.

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