El Ministerio Facultativo, Guia del Mentor, MG15
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E L M I N I S T E R I O F A C U L T A T I V O
Agradables pero no fieles
Frecuentemente no empleamos las listas de condiciones que la Biblia presenta para los líderes y maestros, sin embargo, confiamos en estándares seculares que determinan quiénes son nuestros líderes. Desafortunadamente, por momentos estamos dispuestos a comprometer ciertas características de la Escritura, especialmente si no somos capaces de encontrar maestros u otras personas que ocupen las vacantes que tenemos en el ministerio. Cualidades como tener un buen nivel educativo, ser una persona hábil, ser bueno y/o exitoso en los negocios, mantener una importante contribución financiera, y otros tipos de reglas, determinan quiénes representarán a la iglesia y quiénes serán las personas que ocupen los lugares de enseñanza, además de ser las de mayor influencia dentro de la congregación. Sin duda alguna existirían buenas razones para que los apóstoles demandaran maestros fieles y confiables, a tal punto que prohibían confiar esta posición a personas que no cumplieran con estos requisitos. ¿Por qué cree que el estándar de fidelidad y confiabilidad se encontraba en una posición tan alta en los requisitos establecidos por los apóstoles para los maestros, aquellos a quienes se les confía la verdad de las Escrituras y se les da la responsabilidad de perfeccionar a otros para la obra del ministerio? Una de las tareas más difíciles de aprender dentro del ministerio efectivo de enseñanza es hablar la verdad en amor. Seguramente existen creyentes que siempre procuran “decir la verdad”, pero al hacerlo desalientan a los demás creyentes. ¿Puede imaginar un ministerio de enseñanza donde sólo se enfatice la verdad, dejando de lado el cuidado, la gracia, la misericordia u otras cosas asociadas a la misma? Tal orientación podría desmoralizar hasta al más fortalecido de los cristianos en su caminar y ministerio con el Señor. Por otro lado, muchos se orientan exclusivamente a “hablar en amor” cada vez que enseñan la Palabra de Dios. Sin importar el testimonio de los creyentes, lo que hagan o piensen, la consigna es una: “debemos amar”, aún dejando de lado la honestidad, la verdad y la santidad. La enseñanza de Pablo en Efesios 4 con respecto a “hablar la verdad en amor” es más que un equilibrio entre ambas posturas; es rechazar hablar la verdad sin amor, y procurar amar sin desechar la verdad. ¿Por qué razón cree que la mayoría de los maestros en la actualidad no respetan el equilibrio que enseña Pablo en la carta a los Efesios? ¿La verdad, el amor o ambos?
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