El Reino de Dios, Guia del Mentor, MG02

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E L R E I N O D E D I O S

¡Venga Tu Reino! Disertaciones sobre el Reino de Dios (continuación)

intimidarlos con muestras de su poder. Sin embargo, en general son pocos sus éxitos porque esas personas demuestran un apego casi sobrenatural al monarca liberador. A pesar de todo, el príncipe es estimulado por una causa relativamente pequeña, aunque muy significativa con la cual no había contado. Hay algunos siervos del hijo del monarca, muy honestos y bien intencionados, que no declaran bien sus promesas. Estos siervos tienen tanta intensidad en ganar personas al nuevo dominio, que dejan fuera de su mensaje asuntos muy importantes con relación a la responsabilidad de la ciudadanía en ese dominio. Raramente ellos, si acaso, mencionan la batalla, o los subversivos artificios del príncipe, o los efectos residuales de las temibles enfermedades que sobrevienen bajo su reinado. Francamente, ellos exhiben al gobierno del hijo algo así como un estado de batalla espiritual, donde hay bienes gratuitos para todos, con muy poco énfasis en la responsabilidad. Uno agarra la idea de cierta clase de un reposado paraíso, mientras el monarca dirige un gigantesco programa de repartición de objetos. Con mucho gozo malvado, el príncipe usurpador capitaliza en este inexplicable hueco de sus armaduras. Todo lo que tiene que hacer es dejarlos predicar tales omisiones, y luego beneficiarse en las contradicciones que las personas experimentan en sus vidas diarias. Después de todo, su mejor fuente “misionera” muy bien pudieran ser los decepcionados oyentes que le prestan atención a estos siervos entusiasmados con unas pocas verdades. Jesús siempre tenía alguna sorpresa para todos, incluso para sus discípulos. Tal vez la mayor de éstas fue su anuncio acerca del Reino de Dios. Jesús anunció el Reino, creando con ello un revuelo. A través de un breve tiempo de ministerio público Él continuó mostrándoles a sus discípulos lo que en realidad el Reino era. Ellos sólo lo entendían en parte. Después que resucitó de entre los muertos, Jesús pasó seis semanas enseñándoles más a sus discípulos acerca del Reino (Hch. 1.3). Les explicó que sus sufrimientos, muerte y resurrección eran parte del plan del reino predicho por los profetas del Antiguo Testamento (Lc. 24.44-47). Ahora bien, después de la resurrección sus discípulos le preguntaron: “¿Vas a restaurar por fin tu Reino?” (parafraseando Hch. 1.6). ¿Cómo respondió Jesús? Él les dijo en efecto: El Reino como clave de toda la Escritura

Estos fragmentos fueron tomados de “Introduction and Chapter One” in A Kingdom Manifesto , by Howard A. Snyder. Downers Grove: InterVarsity Press, 1985. págs. 11-25

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