El Reino de Dios, Libro de Notas del Estudiante, SW02
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E L R E I N O D E D I O S
El Reino de Dios Invade
¡Bienvenido en el poderoso nombre de Jesucristo! Después de su lectura, estudio, discusión, y aplicación de los materiales en esta lección, podrá: • Mostrar que la Iglesia de Jesucristo, como su cuerpo y representante, es el sitio (el lugar y/o contexto) de la salvación de Dios, la presencia poderosa del Espíritu Santo, y la expresión auténtica de la vida y testimonio del Reino. • Comprender que la Iglesia de Jesucristo no es solamente un contexto, sino un representante, un deseado y disponible siervo de Dios dispuesto a llevar hacia delante los propósitos del reino de Dios en el mundo.
Objetivos de la lección
• Recitar de memoria un pasaje relacionado con la invasión del reino de Dios.
La violencia del Reino
Devocional
3
Lea Lucas 14.26-33. Nadie podría esperar que el nombre Jesús esté asociado a algún conflicto o violencia. Alguien tan amable y humilde no parece ser el candidato correcto para que su nombre y reputación sean asociados con estas duras y espantosas realidades. A través de su vida y ministerio, Jesús afirmó que no vino a traer paz al mundo sino espada, lo cual resulta aun en la separación de aquellos que son miembros íntimos en la familia (Mateo 10.34). Él enseñó que la fidelidad a él y su Reino demandaba la vida completa del discípulo (Mateo 13.44-58), y que era necesario despojarse de todas las posesiones para poder rendirse completamente a él (Marcos 10.21). Como ha sugerido G. E. Ladd, “La presencia del Reino demanda conducta radical, y violenta. Como enseña Apocalipsis, los hombres no pueden esperar pasivamente la venida del Reino escatológico. Al contrario, el Reino ha venido a ellos, y deberán ser activos y violentos, arrebatándolo por la fuerza” ( The Presence of the Future . New York: Harper and Row, 1974, p. 164). Ser un discípulo es llevar la cruz, aborrecer su propia vida para arrebatar el Reino, y abandonar toda gloria humana y material a cambio de los tesoros celestiales. Un estilo de vida de acuerdo al Reino, que no demande cambio ni violencia, no puede ser asociado con el Hijo de Dios, el Guerrero que restaura el reino de Dios en la tierra. Debemos entonces, pararnos y luchar como soldados preparados para la batalla (Efesios 6.10-18), entendiendo plenamente que Jesús fue manifestado para destruir las obras del diablo (1 Juan 3.8). Amar a Jesús significa odiar al mundo y poner nuestros deseos en las cosas de arriba donde Cristo está sentado, a
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