Enfoque en la Reproduccion, Guia del Mentor, MG12

E N F O Q U E E N L A R E P R O D U C C I Ó N

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Quizá no hay papel humano que conlleve mayor impacto en cuanto al desarrollo de personas que el papel de padre. El tipo de padre que tuvimos o la paternidad que proveemos da forma a una amplia variedad de respuestas personales, capacidades, y perspectivas. En cierta forma, el tipo de padres que somos afectará notoriamente (para bien o para mal) a los hijos que educamos. Es por eso que el hecho que Pablo usara esta imagen es tan significativa para entender nuestro papel en el ministerio. No hemos “cerrado el trato” después de haber compartido las Buenas Nuevas del Reino con los perdidos, logrando que ellos profesaran por la fe al Señor Jesús como Mesías y Salvador. No, la obra apenas acaba de comenzar. De la misma forma en que la parte más desafiante y más recompensadora de la paternidad no ocurre ni en la concepción ni en el nacimiento, sino en la educación del hijo con disciplina y amor, lo mismo sucede con respecto a educar hijos espirituales y piadosos. Nuestra habilidad de proveer un cuidado amoroso continuo a los nuevos convertidos marcará la diferencia entre la conservación del fruto de nuestra evangelización (para mezclar una metáfora), y perderlo. Piense cuántas personas han respondido frente a la invitación de un creyente que condujo a otro a “orar la oración del pecador”, pero luego no lo volvió a ver o no le proveyó para que continuara su vida cristiana. Si bien esto puede ser algo común hoy día, habría horrorizado a los apóstoles. Nuestro Nuevo Testamento es la evidencia que los apóstoles estaban profundamente preocupados sobre la madurez de los nuevos discípulos, y no meramente con la certeza de su entrada en el Reino. Los apóstoles buscaban tanto conversiones sólidas así como vidas transformadas en nuevas criaturas en Cristo. Ellos no buscaban algo inferior a eso (Gál. 6.15 - “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircunsición, sino una nueva creación”). Quizá no haya libro en el Nuevo Testamento que nos dé una imagen completa del corazón de un discipulador como lo son las cartas a los Tesalonicenses. El ministerio de Pablo allí fue breve, intenso y exitoso. Su preocupación por el bienestar y crecimiento es muy evidente; él les amaba con el corazón de un padre, y estaba dispuesto a velar por sus necesidades y preocupaciones más íntimas, y a proveerles diariamente en formas prácticas de servicio y sacrificio. Alude a su obra entre ellos como una “nodriza” y como un “padre que se preocupa por sus hijos”. Sencillamente no aparentaba, sino que derramaba su corazón y su alma en ellos, enorgulleciéndose de su crecimiento, y doliéndose por sus errores. En todas las formas, Pablo demostró ser un padre espiritual para ellos, a los cuales tomó como a sus propios hijos y familiares. El uso que Pablo hace de esta metáfora ilustra un principio general que era central en su vida y ministerio. Él usó esta metáfora en muchos escenarios de su trabajo con creyentes e iglesias que se estaban desarrollando:

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