Enfoque en la Reproduccion, Guia del Mentor, MG12

E N F O Q U E E N L A R E P R O D U C C I Ó N

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Los tiempos de transición pueden ser fáciles o difíciles, dependiendo de las circunstancias y los desafíos de cada situación. La transición del ministerio profético de Elías hacia Eliseo no fue ni fácil ni estuvo libre de problemas. Elías, luego de una remarcable victoria para el Señor en el Monte Carmelo sobre los profetas de Baal, se sintió deprimido y rechazado. Su ministerio no había tenido el tipo de impacto que él había deseado; incluso había llegado a especular “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida”. Se sentía solo, derrotado y perseguido. No sería una muy agradable respuesta si describiera así su ministerio. Dios fue muy cuidadoso al recordarle a Elías que la obra del ministerio era Suya; Dios nunca le ha entregado la responsabilidad final del cambio y la transformación a algún mensajero o ministro suyo. Nosotros somos usados por el Señor ; por consiguiente, no somos el Señor mismo . Dios le dio instrucciones a Elías sobre el “siguiente paso ministerial” que le tenía preparado, y le aseguró que aun en medio de su “obra inefectiva”, Él había reservado 7.000 adoradores que rehusaron inclinar sus rodillas o besar al ídolo Baal, permaneciendo fieles al pacto de Jehová. Fue en este entorno y en este tiempo que se llevó a cabo la transición del liderazgo de Elías. En el versículo 19 vemos cómo Elías salió de aquel lugar y halló a Eliseo hijo de Safat , el cual estaba arando con doce yuntas de bueyes en el campo. El texto muestra que Elías pasó junto a Eliseo, y cuando lo hizo, echó su manto sobre él. Eliseo conocía las implicaciones de ese hecho, y le pidió que le dejara arreglar sus asuntos familiares. La respuesta de Elías revela que el liderazgo en el ejército del Señor es voluntario. Su intercambio revela que el liderazgo es un llamado a ser apartado, el cual implica un llamamiento confirmado y una voluntad de obrar según el mismo, venga lo que venga. Eliseo no decepcionó, ya que a partir de ese momento actuó a la altura de su llamamiento y se convirtió en uno de los principales profetas de la historia judía. Aquí vemos con claridad una importante lección: Dios es el único que llama a las personas al ministerio, y también es quien las capacita por su Espíritu para cumplir ese ministerio. La elección, la promoción, la guía y la capacitación es obra Suya, por lo tanto, la gloria también le pertenece. En cierta forma, al caer el manto sobre Eliseo fue Dios mismo, a través del profeta Elías quien echó el manto sobre él . Cuando Dios desea obrar entre su pueblo para cumplir su propósito soberano, elige una persona, la prepara para el llamamiento, y luego la guía según su voluntad, sus caminos, sus propósitos y su propia forma.

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