Evangelización y Guerra Espiritual, Libro de Notas del Estudiante, SW08

E V A N G E L I Z A C I Ó N Y G U E R R A E S P I R I T U A L

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cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; [11] así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, [12] y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria. La Biblia es un libro de analogías y metáforas, las cuales presentan de antemano la verdad, y nos aclaran ciertos significados a través de imágenes concretas. Una de las imágenes más gráficas en el ministerio es ver a quienes llevamos al Señor como si fueran nuestros hijos espirituales, nuestra simiente, nuestros recién nacidos. El pensar así de los nuevos creyentes nos provee un claro entendimiento de la naturaleza de nuestro ministerio. Si la evangelización es la concepción y el nacimiento, entonces el seguimiento y la incorporación al cuerpo es la educación que el nuevo creyente recibe en el Señor. Sería muy insensato que por el placer de procrear muchos hijos descuidemos la educación y crecimiento de los ya nacidos. Ser padre sólo es producto de la genética, pero se requiere compromiso y amor para ser un verdadero padre, y paciencia y perseverancia para ser un buen abuelo. Pablo tuvo la visión de ser un padre que educaba a los hijos de Dios, alimentándolos, disciplinándolos, fortaleciéndolos y nutriéndolos. Para los jóvenes de Tesalónica Pablo era como un padre que exhortaba y estimulaba a sus hijos. ¡Qué hermosa figura y muestra de afecto y cuidado! A eso nos debe conducir la evangelización. Si se evangeliza y luego no se alimenta, simplemente se está amando el placer de la concepción y se deja atrás la responsabilidad que tenemos con el recién nacido, su infancia y niñez. Ningún método evangelístico es bueno si se ignoran las responsabilidades de velar por el crecimiento espiritual de los hijos de Dios. Si se deleita con el nacimiento de alguien, deberá responsabilizarse por su crecimiento, no existe otra fórmula.

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Luego de recitar y/o cantar El Credo Niceno (localizado en el Apéndice), haga la siguiente oración: Dios fiel, tú formaste la iglesia de lo menospreciado de la tierra y nos mostraste misericordia para que proclamemos tu salvación a todos. Fortalece a aquellos que escoges hoy, que sean fieles y soporten las pruebas a través de la victoria obtenida por Cristo en la cruz.

El Credo Niceno y oración

~ Iglesia Presbiteriana (USA). Book of Common Worship . Louisville, KY: Westminister/John Knox Press, 1993. p. 103.

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