Evangelización y Guerra Espiritual, Libro de Notas del Estudiante, SW08
E V A N G E L I Z A C I Ó N Y G U E R R A E S P I R I T U A L
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[45] Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. [46] E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna . Las enseñanzas de Jesús acerca del juicio, en el capítulo 25 del libro de Mateo, es uno de los discursos más importantes que nuestro Señor dio acerca de la naturaleza de la salvación y de una verdadera intimidad con Él. Es posible que en la actualidad se piense que es salvo aquel que agacha la cabeza al final de la invitación a recibir a Cristo en una reunión evangelística, o a la persona que levanta la mano cuando el predicador hace el llamamiento al final de una estrategia de avivamiento. Jesús describe la verdadera relación con Él de forma completamente diferente. Aquellos que le conocen, los cuales heredarán la vida eterna y el Reino que Dios ha preparado a los suyos, son aquellos que han demostrado una extraordinaria misericordia hacia los hambrientos, los sedientos, los extraños, los que carecen de vestido, los enfermos y los presos. Aquellos que conocen a Cristo, involuntariamente brindan su servicio y gracia hacia los quebrantados y dolidos, y para su sorpresa, en el juicio futuro se dan cuenta que al ministrar al necesitado, han estado ministrando al mismo Señor. Jesús define en este texto la vida religiosa; no es simplemente saber algunas cosas y comunicarlas, la religión pura muestra su compasión hacia los quebrantados, se identifica completamente con el Mesías, atiende al necesitado. Hacerlo es atenderle a Él. ¿Qué pasaría si redefinimos la doctrina de la “Seguridad de Salvación”, diciendo que consiste en proveer al hambriento, al sediento, al extraño, al carente de abrigo, al enfermo y al preso. Esto sería entender la salvación y la evangelización en una nueva manera, al hacerla, al estilo de Jesús. Que Dios nos dé la gracia para ver a través de los ojos del Señor y ver a aquellos que de verdad son en efecto Cristo en otra persona. Después de recitar o cantar El Credo Niceno (localizado en el Apéndice), haga la siguiente oración: Mantén, oh Señor, tu casa, la iglesia, en la firmeza de tu fe y amor, que a través de tu gracia proclamemos tu verdad con entereza y ministremos tu justicia con compasión; para la honra de nuestro salvador Jesucristo, quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un Dios, por los siglos de los siglos, Amén. ~ La Iglesia Episcopal. The Book of Common Prayer and Administrations of the Sacraments and Other Rites and Ceremonies of the Church, Together with the Psalter or Psalms of David . New York: The Church Hymnal Corporation, 1979. p. 230
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El Credo Niceno y oración
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