Fundamentos para las Misiones Cristianas, Guia del Mentor, MG04
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F U N D A M E N T O S P A R A L A S M I S I O N E S C R I S T I A N A S
Las principales implicaciones del romance divino para la misión, son estas: Dios está rescatando de entre todas las naciones un pueblo para posesión suya, lo que incluye a judíos y gentiles. La misión, por lo tanto, es la obra de compartir el mensaje de la selección de Dios de un pueblo de entre todas las naciones, que por fe en Cristo Jesús llegan a ser miembros de la comunidad de su reino, quienes vivirán para siempre con Él. El motivo de La misión como la guerra de las esferas quizás sea la imagen más dinámica de la misión en las Escrituras, y trata directamente con el establecimiento y proclamación del gobierno del reino de Dios en la persona de Jesús de Nazaret. Un breve panorama del motivo de la guerra en las Escrituras comienza con Yahweh como creador y sustentador de todo. En algún punto distante del tiempo pasado, ocurrió el misterio de la iniquidad (o sea, la rebelión satánica en el cielo), lo que resultó en la caída de la humanidad y la maldición. Por eso Dios puso enemistad entre la Simiente de la mujer y la serpiente, y en un acto soberano y lleno de gracia prometió aplastar la cabeza de la serpiente por medio de la Simiente de la mujer. Como resultado de la Caída, el universo está en guerra y Dios se ha declarado en guerra contra la serpiente y sus aliados. Unos principales puntos de Dios como guerrero incluyen la imagen de Dios derrotando al mal simbolizado como río y como mar, y a Dios como hombre-de-guerra derrotando al Faraón y sus ejércitos, y conduciendo a su pueblo a la victoria sobre las naciones de la tierra como el gran Señor de los ejércitos. Tristemente, el Señor también tuvo que luchar contra su propio pueblo por su desobediencia y rebelión. Además, los profetas de Israel describen a Dios como un guerrero, quien por medio del Mesías al final destruiría toda maldad de una vez para siempre. Por medio de la promesa del Mesías como el hijo de David, Dios reveló su intención de proveer un rey que restauraría el reino a su pueblo, gobernaría a las naciones con justicia y derecho, y traería el conocimiento de Dios a toda la tierra como Señor y Rey. Tal gobierno mesiánico ya ha sido inaugurado en la persona de Jesús, el heredero de la línea Davídica, que está restaurando el reino de Dios. Por medio del nacimiento de Jesús, sus enseñanzas, milagros, exorcismos, obras, muerte y resurrección, el Reino de Dios está aquí, ya presente en la vida de la Iglesia. El Reino ya vino, pero todavía no se ha consumado; aunque el Reino ya vino en el cumplimiento de la promesa mesiánica en la persona de Jesús, en realidad será consumado en su Segunda Venida, cuando ocurrirá la plena y final manifestación.
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