Fundamentos para las Misiones Cristianas, Guia del Mentor, MG04

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F U N D A M E N T O S P A R A L A S M I S I O N E S C R I S T I A N A S

Toda la esperanza de Israel y de la Iglesia se encuentra en una ciudad

III. La ciudad es un cuadro y símbolo de nuestro destino y herencia espiritual .

A. La esperanza de los santos y sabios: la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios

En lo general, encontramos el cumplimiento de la esperanza de Israel, la realización de las promesas de Dios a ella; la manifestación, en una ciudad que tiene la gloria de Dios, de la realidad ya declarada por los cielos y el firmamento; y la respuesta a todos sus anhelos estéticos y aspiraciones nacionales en el lugar donde los reyes de la tierra traen su gloria. Los nacidos de nuevo son ciudadanos de esa ciudad, y a ella los peregrinos de la fe se dirigen. La ciudad aspecto su iglesia por la cual murió, el patrón y meta de toda sociedad humana. En último análisis, ésta, la principal de todas las ciudades de las Escrituras, son hombres, no paredes: hombres justos hechos perfectos, la ciudad del Dios viviente. ~ J. N. Birdsall. “City”. The New Bible Dictionary . 3rd ed. (electronic ed.). Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996. también es descrita como la novia del Cordero; es en otro

1. El antiguo canto de expectación que se solía entonar en las iglesias de afro-americanos, el cual dice, “Hay muchos, muchos buenos lugares. Hay muchos, muchos buenos lugares. Hay muchos, muchos buenos lugares en el Reino del Señor . . . escoge uno, y siéntate”.

2. Somos peregrinos, viajeros, extranjeros, no tenemos una ciudadanía permanente, ni hogar ni identidad aquí. Pertenecemos a una época venidera, un nuevo orden bajo el reino de Dios, en una ciudad especialmente diseñada para nosotros, 1 Pe. 2.11-12.

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3. La naturaleza de nuestra fe indica que no debemos tener un lugar permanente en este mundo, sino esperar la ciudad construida por Dios, Heb. 11.10.

4. Dios ha preparado para sus santos una ciudad.

a. Ap. 21.9-10

b. Heb. 11.13-16

B. El símbolo y realidad de nuestro destino eterno no es un huerto, es morar en la Nueva Jerusalén , no donde Dios esté ausente y la arrogancia mande, sino donde Dios está presente y Jesús es adorado como Señor de todos.

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