Iglesia poco común (Uncommon Church, Spanish Edition)

AHÍ VA EL VECINDARIO

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rechazaron, sus compañeros de trabajo lo detestaban y no tenía amigos. La razón número uno por la que su vida fue tan difícil fue su vocación. Él era un profeta, y los verdaderos profetas hablan lo que Dios quiere que se diga, sin importar el costo personal. En lo que respecta a los israelitas, Jeremías nunca tuvo nada bueno que decir. No les importaba que su mensaje viniera de Dios. Constantemente advertía a la gente del juicio de Dios y se lamentaba profunda y públicamente por lo que había sido de su amada nación. Su ministerio no habría sido considerado un éxito por ningún estándar que usemos para juzgar tales cosas. Entonces, ¿por qué seguir su consejo? Por una razón: su ministerio fue considerado un éxito según los estándares de Dios, que son la obediencia y la fidelidad. Aquí está el contexto de Jeremías 29: los israelitas habían sido conquistados y exiliados de Jerusalén. Se preguntaban qué era lo siguiente y cómo seguir con sus vidas en su nuevo hogar de Babilonia. Jeremías les dio la guía de Dios sobre cómo debían proceder. El principio principal que expresó fue no rendirse al estrés y la ansiedad causados por el entorno en el que se encontraban. Les imploró que hicieran la vida en medio del problema. Casarse, criar hijos, comprar una casa, plantar jardines, seguir adelante y establecerse. El hecho de que no estuvieran en una situación ideal no significaba que sus vidas hubieran terminado. Luego dio una proclamación inesperada: “Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:7).

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