La Busqueda del Pergrino

PA RT E I : E S TA B L E C I E NDO E L R UMB O / 5 5

La falsedad es el arma más común del príncipe. Él la utiliza en los puntos más estratégicos. Dado que las personas más comprometidas son las más peligrosas, ataca a los zelotes que hay entre sus antiguos súbditos mediante rumores sobre ellos e intimidándolos con indicios de su poder. Por lo general, sus éxitos son pocos, sin embargo, estas personas demuestran una relación casi sobrenatural con el monarca enemigo.

Aun así, el príncipe es alentado por una relativamente pequeña, aunque significativa, fuente de ayuda que con la que no contaba.

Hay algunos funcionarios del Hijo del monarca, en su mayoría honestos y bien intencionados, que tergiversan Sus promesas. Estos servidores tienen toda la intención de rescatar gente del reino del príncipe del mal, tanto que dejan fuera de sus mensajes algunos hechos muy importantes relativos a la ciudadanía responsable en ese dominio. Rara vez, si acaso, mencionan la guerra, o los dispositivos subversivos del príncipe, o los efectos residuales de las temibles enfermedades que hay bajo su reinado. Francamente, lo que hacen es mostrar el gobierno del Hijo como una especie de bienestar espiritual, donde hay regalos para todos, con poco trabajo o responsabilidad. Uno adquiere la imagen de una especie de paraíso relajado, con el monarca llevando a cabo un enorme programa de caridad. Con alegría, el príncipe malvado se aprovecha de este brillo inexplicable en su armadura. Todo lo que tiene que hacer es dejar que prediquen estas omisiones, y luego beneficiarse de las contradicciones que las personas experimentan en sus vidas diarias. Después de todo, su mejor fuente de repatriados puede llegar a ser los oyentes que escuchan decepcionados a estos siervos entusiastas. ~ Peter E. Gillquist. “The Agony and the Ecstasy” (La agonía y el éxtasis). Why We Haven’t Changed the World (Por qué no hemos cambiado el mundo). Old Tappan, New Jersey: Fleming H. Revell Company, 1982. Págs. 47-48.

El Reino como una clave para toda la Escritura Jesús siempre estaba lleno de sorpresas, incluso para sus discípulos. Tal vez la mayor sorpresa fue la noticia acerca del Reino de Dios.

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