La Busqueda del Pergrino
PA RT E I : E S TA B L E C I E NDO E L R UMB O / 6 5
o aquella historia de la Escritura. La historia de Dios es la historia que la Escritura cuenta desde Génesis hasta Apocalipsis.
La historia es acerca del Dios Trino que vive en comunión eterna y no necesita nada. Pero Dios rebosa tanto de amor que crea un mundo para que sea la morada de Su gloria, y un pueblo para compartir la comunión de su misma vida trinitaria. Pero las criaturas de Dios se rebelan. La creación de Dios se vuelve disfuncional. El mundo y todas las criaturas están separados de Dios y no pueden vivir en Su amor. Y nadie lo puede arreglar. Así que Dios se involucra en la historia para restaurar el mundo y establecer un pueblo. En Abraham, Él establece Su familia; en Isaac, una tribu; en Israel, una nación; en David, un Reino. Pero todas estas personas, al igual que Adán y Eva, caen una y otra vez. En el cumplimiento de los tiempos, Dios abraza su creación y todas sus criaturas por medio de la encarnación entrando en su perdición y sufrimiento. Luego, toma su rebelión a la cruz, muere para destruir la muerte, se levanta para llevar a todas las criaturas y toda la creación a una vida nueva y establece su pueblo terrenal, la Iglesia. Ahora lleva a la creación hacia su destino final en los nuevos cielos y la tierra nueva, donde las criaturas y la creación morarán en alabanza al Dios Trino para siempre. Narración histórica La adoración narra la actividad salvadora de Dios en la historia. Tanto la adoración de Israel como la adoración de la Iglesia mencionan las acciones salvíficas de Dios en los credos, las antífonas, los cantos, las palmas y la predicación. Observe, por ejemplo, el credo de Deuteronomio 26:5-9 y el de 1 Corintios 15:1-6; vea las antífonas en Josué 4:6-7, 24:14-28, y las antífonas celestiales registradas en el Apocalipsis 5; vea la canción de María en Éxodo 15 y la canción de Jesús en Filipenses 2:6-11; todo el libro de Deuteronomio es una narración histórica, como lo es el sermón de Pedro en el día de Pentecostés (Hechos 2:14-36). Representación dramática Además, la adoración de Israel y la Iglesia se caracterizan por una representación dramática de las grandes obras de salvación de Dios. Considere, por ejemplo, el drama del Día de la Expiación en Levítico 16:1-34 y el drama de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, registrado por
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