Listos para la siega
S ESIÓN 2: P REPARAR • 127
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.
C. Hemos sido liberados del Legalismo : La obediencia a la Ley de Dios no nos brinda justicia, sino que sólo produce un sentimiento paralizante de condenación y culpa. 1. El principio: Ningún ser humano puede llegar a ser justo o aceptable a Dios tratando de guardar sus leyes; porque nuestra carne es pecaminosa y débil, nadie puede ser aceptable basado en obedecer los mandamientos de Dios. Gál. 3:2-6 (RVR1995) – Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley o por el escuchar con fe? ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os da el Espíritu y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley o por el oír con fe? Así Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Gál. 3:10-14 (RVR1995) - Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas.» Y que por la Ley nadie se justifica ante Dios es evidente, porque «el justo por la fe vivirá». Pero la Ley no procede de la fe, sino que dice: «El que haga estas cosas vivirá por ellas.» Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros (pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiéramos la promesa del Espíritu. 2. El punto: La justicia que poseemos y nuestro caminar con Dios no está sobre la base de nuestro intento de mantener su ley, sino a través de la fe en lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz. Rom. 8:1-4 (RVR1995) – Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Contexto Valores/Visión Preparar Lanzar Agrupar Nutrir Transicionar Horario/Cartilla
Made with FlippingBook Ebook Creator