Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 4: Salmos 60–80
121
Salmo 66 con Agustín – Soportando las pruebas al odiar el pecado
Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata (v. 10). No nos has quemado como al heno, sino como a la plata. Al aplicarnos fuego, no nos has convertido en cenizas, sino que has lavado nuestra inmundicia. Y vean cómo Dios expresa su ira contra aquellos cuyas almas ha traído a la vida. Nos has hecho caer en una trampa (v. 11), no para que fuéramos atrapados y muriéramos, sino para que fuéramos probados y librados de ella. Has echado sobre nuestra espalda una pesada carga (v. 11). No habiendo sido enaltecidos a causa de un buen propósito, hemos sido humillados para ser exaltados para bien. Dejaste que cabalgaran sobre nuestra cabeza (v. 12). Todo esto lo ha sufrido la iglesia en diversas persecuciones: lo han sufrido individualmente sus miembros; lo sufren, incluso, ahora. Porque no hay nadie que en esta vida esté exento de estas pruebas. Y es bueno considerarnos pecadores, y así soportar a los que pasan por encima de nuestra cabeza, para que confesemos a Dios que merecemos sufrir. ¿Por qué sufres con ira lo que hace aquel que es justo? Dios parece estar airado cuando hace estas cosas, pero no temas, porque él es Padre. Él nunca está lo suficientemente enojado como para destruir. Estas tribulaciones son las varas de su corrección, para que no necesite castigarnos más. ¡Cuán dulce es a menudo la tribulación, cuán necesaria! Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado (v. 18). Júzguese a sí mismo. Mire en la recámara oculta de su corazón, donde usted y Aquel que ve están solos. Que el pecado le sea desagradable, para que usted pueda ser agradable a Dios. No lo ame, más bien,
Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease