Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 5: Salmos 81–101

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Salmo 100 con Agustín – Regocijándose en el Creador

¡Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra! (v. 1). Es más probable que quienes trabajan en el campo aclamen gozosamente. Los segadores o los viticultores, o los que recogen los frutos de la tierra cantan exultantes, encantados con la abundancia de productos y regocijándose en la propia riqueza y exuberancia de la tierra. Entre los cantos que pronuncian con palabras, añaden gritos de júbilo sin palabras. ¿Cómo lo celebramos? Cuando ofrecemos como alabanza algo que está más allá de las palabras. Porque observamos toda la creación, la tierra y el mar, y todas las cosas que hay en ellos. ¿Quién creó todas estas cosas? ¿Quién las hizo? ¿Quién te creó a ti? He observado toda la creación, hasta donde he podido. He observado la creación física en el cielo y en la tierra, y la espiritual en mí mismo. ¿Y puedo siquiera comprenderme a mí mismo? ¿Cómo puedo comprender entonces lo que está por encima de mí? Sin embargo, al corazón humano se le ha prometido el ver a Dios, y se nos ordena purificar nuestros corazones. Mira las cosas que son creadas. Admíralas. Busca a su creador. Si no eres como él, te apartarás; si eres como él, te regocijarás. Y cuando, siendo como él, hayas empezado a acercártele y a sentirle, cuanto más le ames (puesto que Dios es amor), empezarás a percibir lo que intentabas decir y no podías. ¿Guardarás silencio entonces en las alabanzas a Dios, y no ofrecerás acciones de gracias a aquel que se te dio a conocer? Le alabaste cuando le buscabas, ¿Guardarás silencio cuando le hayas encontrado? De ningún modo; no seáis desagradecidos. A él se le debe honor, reverencia y gran alabanza.

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