Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 5: Salmos 81–101

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Salmo 101 con Casiodoro – El amor y la justicia de Dios Cantaré a tu gran amor y justicia: quiero, SEÑOR, cantarte salmos (v. 1). El poder del Señor siempre está amando o haciendo justicia. Pero su misericordia nunca se encuentra sin juicio, ni su juicio sin misericordia. Ambos están unidos en una asociación interrelacionada; nunca sale a la luz un acto suyo que no se vea lleno de todas las virtudes. Así como el salmista habla aquí de misericordia y justicia, en otras partes, en lugar de estas dos, vincula justicia y paz, o amor y verdad, o justicia y juicio, de modo que en todas partes muestra a Dios como devoto y justo. Esta forma de hablar es típica de la Escritura divina. En la gloriosa ocasión de su venida, menciona primero la misericordia cuando dice: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia” (Mat 25:34); esto no carece de justicia, pues cumple sus promesas a los fieles. Pero a continuación sigue el juicio, cuando dijo a los malvados: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno” (Mat 25:41), aunque esta acción no carece de amor; se sabe que él solo castiga después de haber mostrado mucha paciencia. Así ves que los dos conceptos son compatibles entre sí y brillan en su debido lugar. Los pecadores que pierden la esperanza de ser perdonados deben escuchar al Señor de la misericordia, mientras que los orgullosos que piensan que su maldad no será castigada deben visualizarle como juez. Entonces, aquí se expresa la cabalidad, de manera breve, pero completa, porque en estas dos palabras—amor y justicia—se cuentan claramente todas las obras del Señor y la edificación de toda la iglesia.

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