Orando los Salmos con Agustín y Amigos

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Orando los Salmos con Agustín y amigos

hace malas obras. Si solo existiera licencia para el pecado, y no perdón por los pecados, entonces ¿dónde estaría? ¿Adónde iría? La gente peca más bajo la esperanza del perdón. También pecan más si pierden la esperanza de ser perdonados. ¿No observa la crueldad promiscua en la que viven los gladiadores? Como están destinados a la espada, eligen satisfacer su lujuria antes de derramar su propia sangre. ¿No harías tú lo mismo? Ya soy un pecador, ya soy un hombre injusto; ya estoy sentenciado a la condenación, y no hay esperanza de perdón. ¿Por qué no debería hacer lo que me plazca, aunque sea ilícito? ¿Por qué no satisfacer los anhelos que pueda tener, si solo me esperan tormentos? ¿No te hablarías así a ti mismo, y desde esta misma desesperación te volverías aún peor? En lugar de esto, el que promete el perdón, te corrige, diciendo: “Tan cierto como que yo vivo . . . no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva” (Ezeq 33:11). Pues, para que la gente no viviera peor a causa de la desesperación, prometió un refugio de perdón. Por tanto, ¡arrepiéntete! Las cenizas son todo mi alimento; mis lágrimas se mezclan con mi bebida (v. 9). Con este banquete llegarás a la mesa de Dios. No desesperes; el perdón te ha sido prometido.

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