Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 7: Salmos 119:33–130

225

Salmo 130 con Katharina Schütz Zell – Una oración ferviente por la gracia

[130:1] Oh Dios, desde lo más profundo de mi corazón, de todo el poder más íntimo y espiritualmente abundante dentro de mí, clamo a ti ahora en mi gran angustia. [130:2] Escucha mi voz, que tus oídos estén abiertos para mí. Toma en serio, presta atención y recibe mi súplica hacia ti, que te hago con fervorosos suspiros y llantos. [130:3] Si consideras los pecados, para contarlos y castigarlos y, por tanto, no escuchar las oraciones, ¿quién podría presentarse ante ti o atreverse a orar por algo, y menos esperarlo? Si te negaras a perdonar sería contrario a tu forma habitual de actuar, que hemos experimentado desde la antigüedad, contrarioa tufidelidadybondad, quehemos experimentado y conocido. [130:4] Porque en ti hay abundante perdón, y nunca te cansas de hacer el bien, si solo alguien te teme y no desprecia tu fidelidad y bondad, sino que se fundamenta en ellas. Me has concedido experimentar esta verdad y la confieso con acción de gracias porque la conozco y la he experimentado en mis muchas aflicciones. [130:5] Por eso deseo ahora velarte a ti; sí, mi alma velará por lo que harás, con tal vigilancia, que con todo mi corazón pueda esperar en ti por la palabra de tu promesa. [130:6a] Sí, en efecto, mi alma debe velar de tal modo que tú le digas que sigues siendo mi Dios (cf. Sal 42:5–6, 11; 43:5). Esto es así, aunque la vigilia se prolongue de una vigilia matutina a otra, de un tiempo a otro, de una aflicción a otra, de una promesa a otra, de un cuerpo a otro, sí, de una vida a otra, y aunque el tiempo nos siga pareciendo largo. [130:7a]. Sí, quien pueda creer esto será apropiadamente llamado “Israel”, uno que vence a Dios (Gén 32:28), porque creyó a Dios en su palabra: por tanto,

Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease