Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 1: Salmos 1–17
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Salmo 9 con Juan Crisóstomo – Confiando en Dios En ti confían los que conocen tu nombre (v. 10). En otras palabras, aquellos que le conocen, que conocen su apoyo y asistencia, confían en él como ancla suficiente, asistencia suficiente, torre segura, el que no solo promete alivio para nuestras aflicciones, sino que no nos permite alarmarnos por los problemas presentes. Las personas que están libres de preocupaciones humanas y dependen de la esperanza de lo alto, no solo se aseguran la más rápida liberación de los problemas, sino que ni siquiera se alarman ni perturban por ellos, pues son ayudados en su situación actual por esa esperanza eterna. De hecho, mayor que el dominio basado en el miedo es la seguridad basada en la confianza en Dios. Uno es humano, el otro divino e invencible. Sin embargo, si él no nos libera de los problemas de inmediato, esto también resulta ser una prueba para nosotros. Verá, aunque él es capaz de no permitir que le sucedan problemas, sí los permite para que le hagan más fuerte. Aunque es capaz de liberarle desde el principio, retrasa y pospone su liberación para aumentar su resistencia, ejercitar su esperanza y hacer que su confianza en él sea más ferviente. Su costumbre es no permitir que sufra dificultades hasta el punto de cansarle, ni que disfrute del alivio hasta el punto de rendirse. No pasa por alto el clamor de los afligidos (v. 12). Nótese una vez más la estima en la que se tiene a los afligidos. Ahora, él se refiere no simplemente a los necesitados, sino a los pobres de espíritu, como dice Cristo (Mat 5:3). Los
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