Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 2: Salmos 18–38
55
Salmo 26 con Agustín – El fuego purificador de Dios Hazme justicia, SEÑOR, pues he vivido en integridad (v. 1). Júzgame, Señor, para que, después de la misericordia que me mostraste al principio, tenga alguna recompensa por mi inocencia. ¡En el SEÑOR confío sin titubear! Examíname,
SEÑOR, ¡ponme a prueba! (vv. 1–2). Si alguno de mis pecados secretos me es oculto, pruébame, Señor, dándome a conocer, no a ti, que todo lo ves, sino a mí mismo y a los demás. Purifica mi corazón y mi mente (v. 2). Purifica mis
Agustín sobre el Salmo 26 “Si alguno de mis pecados secretos me es oculto, pruébame, Señor, dándome a conocer, no a ti, que todo lo ves, sino a mí mismo y a los demás”.
pensamientos y deseos como con fuego. Tu gran amor lo tengo presente (v. 3). Para no ser consumido por ese fuego, mis ojos no están puestos en mis méritos, sino en tu misericordia, por la cual me has llevado a una vida así. Yo no convivo con los mentirosos (v. 4). No he elegido entregar mi corazón a aquellos que intentan proporcionar lo que es imposible, aunque puedan ser bendecidos con cosas terrenales. Tampoco me asocio con hipócritas. Y puesto que esta es la causa de toda maldad, por lo tanto, no ocultaré mi conciencia con los que obran malvadamente. Aborrezco la compañía de los malvados (v. 5). Pero, para llegar a este concilio de soberbia, se forman congregaciones de malvados, las cuales he aborrecido. No cultivo la amistad de los perversos (v. 5), es decir, no me uniré ni consentiré con ellos. No me quites la vida junto a los pecadores (v. 9). Mi alma ha amado la hermosura de tu casa. Tengo los pies en terreno firme (v. 12). Mi amor no se ha apartado de tu justicia. Y en la gran asamblea bendeciré al
Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease