Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 2: Salmos 18–38

57

Salmo 27 con Agustín – Buscando lo más preciado de todo

El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? (v. 1). El Señor me dará tanto el conocimiento de sí mismo, como la salvación. ¿Quién me apartará de él? El SEÑOR es el baluarte de mi vida; ¿quién me asustará? (v. 1). El Señor rechazará todos los ataques y asechanzas de mi enemigo. No temeré a nadie. Una sola cosa pido al SEÑOR y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida (v. 4). Que mientras esté en esta vida, nada pueda excluirme de aquellos que sostienen la unidad y la verdad de la fe del Señor en todo el mundo. Para contemplar la hermosura del SEÑOR (v. 4), para que me sea mostrada la visión agradable y yo pueda disfrutarla cara a cara. El corazón me dice: “¡Busca su rostro!” (v. 8). Porque no he expuesto mis pensamientos a la gente, sino en secreto, donde sólo tú puedes oír. Mi corazón te ha dicho: No te he pedido nada, excepto la recompensa de tu presencia. Y yo, SEÑOR, tu rostro busco (v. 8). Persistiré en esta búsqueda, no de algo común, sino de tu presencia, Señor, para poder amarte libremente, ya que nada encuentro más precioso. No escondas de mí tu rostro (v. 9), para que pueda encontrar lo que busco. No rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo (v. 9), si, mientras te busco, me encuentro con otra cosa. Porque ¿qué hay más doloroso que este castigo para quien ama y busca la verdad de tu presencia? Porque tú has sido mi ayuda (v. 9). ¿Cómo encontraré ayuda, si tú no me ayudas? No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación (v. 9). No desprecies a un mortal que se atreve a buscar al Eterno; porque tú, Dios, sanas la herida de mi pecado.

Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease