Pelea La Buena Batalla de la Fe

Lección : El enemigo con quien peleamos • 

nuestra conducta, relaciones y actitudes. Esta victoria es nuestra, pero debe ser peleada, defendida, y aplicada a cada momento de cada día. Dios instruye a los creyentes a someterse a él, a resistir al diablo, y sólo entonces el enemigo huirá de nosotros. ¿Por qué cree que el Señor quiere que nosotros recibamos nuestra victoria sólo después de que nos hemos comprometido al enemigo y resistido sus intentos de perjudicarnos, engañarnos, y derrotarnos? En el última sesión ( La edificación que buscamos ) aprendimos que debemos amarnos unos a otros y someternos unos a otros en la iglesia local. Ahora va a saber más sobre el enemigo que enfrentamos en la buena batalla de la fe. Debido a Satanás, el universo está en guerra, y nosotros somos combatientes en esta guerra. La neutralidad no es posible. Nuestro adversario el diablo lleva una gran cantidad de seres espirituales que son inteligentes y peligrosos. Utilizan la naturaleza caída del mundo y los deseos de nuestra carne para resistir la obra de Dios, por lo que debemos estar en guardia contra sus regímenes. También debemos darnos cuenta que ningún ser humano es nuestro enemigo. Aunque experimentamos peligro espiritual a cada paso, Dios está con nosotros y nos ayuda a pelear la buena batalla de la fe, a pesar de los esfuerzos del enemigo. Aunque Jesús ha ganado la victoria sobre el diablo por todos los cristianos, todavía tenemos que asumir una actitud para luchar contra el enemigo, para que sean prudentes y estén en alerta. Debemos estar atentos y vigilantes, porque nuestro adversario (el diablo) está constantemente en busca de una oportunidad de hacernos daño, atacarnos y destruirnos. A través de mentiras y acusaciones que pretende mutilar, desalentar y devorar a los creyentes, para derrotarnos espiritualmente mientras seguimos a Cristo. Debemos, por lo tanto, aprender a resistir con eficacia al diablo, para soportarlo. Debemos defendernos de sus ataques, diciéndonos a nosotros mismos la verdad, asegurándose de que dependemos totalmente de Cristo. Debemos caminar en el poder del Espíritu Santo, y mantenerse firme en las verdades de nuestra fe. Recuerde, también, que nunca estamos solos en esta lucha; otros cristianos esparcidos por todo el mundo también están sufriendo en su propia guerra. Podemos estar seguros de que, aunque la batalla es feroz, constante y diaria, al final, la gracia de Dios proveerá de la victoria final. Nuestro sufrimiento durará sólo un poco de tiempo, pero la gloria que experimentaremos en Cristo será eterna. ¡Dios mismo nos resucitará, y hará fuertes, nos ayudará a mantenernos firmes, hasta el final de la lucha!

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