Plan de estudios Pilar Fundamental Libro de notas del estudiante
L E C C I Ó N 3 | D I O S E L H I J O : J E S Ú S , E L M E S Í A S Y S E Ñ O R D E T O D O – É L M U R I Ó / 1 6 9
varón de dolores, experimentado en sufrimiento; fue menospreciado y no lo estimamos De esta manera las personas irónicamente perciben a Cristo como aquel que fue afligido por el Señor, pero Él realmente cargaba nuestra tristeza, fue herido a causa de nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados, castigado a causa de nuestra paz y golpeado viciosamente por nuestra sanidad. Nos descarriamos como ovejas por rumbos que nada tienen que ver con el Señor, hemos elegido nuestros propios caminos, pero el Señor cargó en Él el pecado de todos nosotros . El hecho de que su humillación fuera el resultado de nuestra rebelión y pecado, debe producir en cada uno de nosotros un profundo sentido de sobriedad y aflicción. La himnología ha capturado este tema al referirse a la maravillosa cruz, viendo la cabeza sangrada, herida por nuestros pecados y transgresiones. El amor de Dios, el cual tiene el propósito de reconciliar, redimir y restaurar a la humanidad, le llevó a castigar a su Siervo en nuestro lugar, cargando en Él la iniquidad de todos nosotros. Ninguna otra verdad puede brindarnos tan profundo conocimiento en lo que respecta a las consecuencias reales de nuestro pecado, el cual Dios cargó sobre nuestro Señor. Su castigo, dolor, negación y humillación fueron directamente causadas por nuestra desobediencia, mentiras y transgresiones. Todo lo despreciable, el odio, nuestras irritaciones y egoísmo, nuestras locuras y profanidades son las razones del maltrato y muerte de nuestro Señor. Cuando entendamos cuán responsables somos por su sufrimiento, sólo allí seremos capaces de comprender al Señor y sufrir diariamente la cruz que debemos compartir con Él. Debemos admitir nuestra parte en el Calvario, esa contribución que hizo su muerte necesaria para nuestra redención . Sí, elegimos nuestro propio camino; estábamos perdidos, vagando como ovejas sin pastor, pero el Señor cargó en Él el pecado de todos nosotros. Después de recitar y/o cantar El Credo Niceno (ver el apéndice 1), ore lo siguiente: Santo y eterno Dios que revelaste la gloria de tu Hijo cuando fue exaltado en la cruz: acepta nuestra alabanza y acción de gracias por el poder de su victoria y otórganos no temer jamás el sufrimiento o la muerte a causa de Cristo; nuestro Rey crucificado que está vivo, y reina en la eternidad contigo y con el Espíritu Santo, un sólo Dios eternamente. Amén.
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T e o l o g í a y É t i c a
El Credo Niceno y oración
~ The Church of the Province of South Africa. Minister’s Book for Use With the Holy Eucharist and Morning and Evening Prayer. Braamfontein: Publishing Department of the Church of the Province of South Africa. pág. 47.
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