Plantando iglesias entre los pobres de la ciudad: Una antología de recursos de plantación de iglesias urbanas Volumen 2

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por el Espíritu Santo. Las mismas Escrituras que revelan el propósito del reino de Dios a través de los pactos a los patriarcas presentan en detalle la historia de Israel, la persona y obra de Jesucristo, y su Iglesia. Desde la venida del Espíritu Santo, esta historia de rescate y restauración ha sido acariciada, celebrada y guardada por la iglesia a través de las edades, el pueblo de Dios, en cuya vida y fe la Historia continúa para ser relatada, promulgada y expresada. En todos los aspectos de nuestra vida juntos – nuestra teología y adoración, nuestra espiritualidad y discipulado, y nuestro servicio y misión – la historia de la gloria y gracia de Dios está incrustada en nuestro testimonio al mundo. Nosotros somos los participantes en el drama de Dios, un drama que está siendo representado en las calles y las vecindades de los centros de las ciudades de los Estado Unidos de América. A primera vista, las ciudades de los Estados Unidos (y el mundo) parecen tener problemas, incluso al quedar fuera del drama de Dios. Violencia, crimen, separación de familias, y desesperación rondando por sus calles y barrios, con poca esperanza de cambio o rescate. Hasta muchos cristianos han renunciado, levantando la bandera blanca de la resignación de las ciudades del mundo, rindiéndose al control del enemigo. A largo plazo la desesperación y la duda acerca de lo que Dios puede hacer en las ciudades tienen muchos creyentes consignando las ciudades para el control del enemigo, prácticamente volviendo a quienes habitan en ellas, esas fuerzas oscuras que acechan a los vulnerables y desatendidos. Aún, Jesús declara que las puertas del infierno no prevalecerán contra su iglesia (Mt. 16:18). Nuestras ciudades pueden ser ganadas, sanadas y transformadas – ¡todo lo que necesitamos para nuestros hermanos y hermanas es unirlos en un propósito común por Cristo! La necesidad de la hora para las ciudades mezquinas de los Estados Unidos y el mundo es clara y simple. Debemos reclutar a cada cristiano piadoso para que estén disponibles al Espíritu en una nueva manera. ¡Como guerreros del Espíritu Santo, debemos luchar con cada partícula de nuestro ser para movilizar a los discípulos urbanos hacia una comuni- dad nacional, una fraternidad común y hermandad que comparten los mismos anhelos, experiencias, y sueños al representar a Cristo en las ciudades donde viven! Todos deben ser movilizados, puestos en marcha y desplegados para el servicio. Nadie, ni joven ni viejo, puede permitirse sentarse ociosamente al margen durante esta dura y difícil batalla. Este es el momento para que las iglesias urbanas, los cristianos urbanos y los líderes urbanos redoblen sus esfuerzos en la lucha, y que todos, Frente a una gran necesidad: Las ciudades del interior de los Estados Unidos

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