Plantando iglesias entre los pobres de la ciudad: Una antología de recursos de plantación de iglesias urbanas Volumen 2
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Que podamos ser uno Elementos de un movimiento de plantación de iglesias integrado entre los pobres de zonas urbanas Rev. Dr. Don L. Davis Los Movimientos de Plantación de Iglesias (MPI) entre los pobres urbanos: Un integrado y agresivo avance del Reino de Dios entre los pobres de las zonas urbanas, que resulta en un significativo aumento de iglesias autóctonas, las que fundamentalmente tienen en común una constelación de elementos que les proveen una identidad distintiva singular, propósito y práctica. Ministrar entre los pobres urbanos debe estar basado en una visión y entendimiento de la libertad que tenemos en Cristo para concebir un coherente e integrado movimiento de seguidores de Jesús quienes a causa de experiencias compartidas, proximidad, cultura e historia determinan reflejar su fe y práctica singular en una forma consistente con la fe histórica, pero distinta a su vida y tiempos . Esto no es un acto arbitrario; los movimientos no pueden ignorar la naturaleza de la Iglesia única (unidad), santa (santidad), católica (universal) y apostólica (apostolado), el único verdadero pueblo de Dios. Sin embargo, según fue afirmado por los líderes de la entonces Iglesia Episcopal Americana, la libertad que tenemos en Cristo permite diferentes formas y usos de adoración en el cuerpo de Cristo sin ninguna ofensa en lo absoluto, siempre y cuando seamos fieles a las históricas creencias ortodoxas de la Iglesia como nos fueron enseñadas por los profetas y apóstoles de nuestro Señor. La doctrina debe permanecer anclada y completa; la disciplina, sin embargo, puede ser aplicada sobre la base de las eventualidades y exigencias del pueblo que las acepte, siempre y cuando todo lo que sea formado y concebido edifique al cuerpo de Cristo y glorifique a Dios nuestro Padre, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Es una parte invaluable de la bendita “libertad con que Cristo nos hizo libres”, que al adorarlo, diferentes formas y usos pueden ser permitidos sin ofensa alguna, siempre y cuando la sustancia de la Fe se conserve entera; y que en cada Iglesia, lo que no pueda ser claramente determinado como Doctrina debe ser referido a la Disciplina; por lo tanto, por consentimiento y autoridad común, puede ser alterada, abreviada, expandida, enmendada, o no usada, según parezca ser más conveniente para la edificación del pueblo, “de acuerdo a las varias exigencias de tiempos y ocasiones”.
~ 1789 Prefacio al Libro Común de Oraciones . 1928 edición Episcopal.
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