Practicando el Liderazgo Cristiano, Guia del Mentor, MG11

2 5 8 /

P R A C T I C A N D O E L L I D E R A Z G O C R I S T I A N O

Este estudio trata con el llamado a la madurez cristiana. Un creyente crece en tres sentidos, o dicho de otra manera, experimenta tres aspectos de su salvación en Jesucristo. Primero y fundamentalmente hablando, un cristiano es salvo como resultado del sacrificio de Cristo, el cual nos permite pensar en nuestra salvación como un evento pasado (Tito 3.4–5; cf. Ef. 2.5–8). Por esta razón, podemos decir que hemos sido salvos de la ira de Dios y del castigo que muy justamente merecíamos, a través de la sangre derramada por Jesucristo. Nosotros invocamos el nombre del Señor Jesús (Ro. 10.9–13) y entramos al Reino de Dios por fe (Marcos 10.23–27). Simultáneamente, fuimos sellados por el Espíritu Santo y bautizados (puestos en) en la Iglesia, el cuerpo de Cristo (1 Co. 12.13; Gál. 3.26–28). También “somos salvos” conforme nos rendimos al Espíritu Santo, el cual nos hace esclavos de la justicia a través de su poder, liberándonos del poder del pecado (Gál. 5.16 y siguientes; Ro. 6.6, 12–14, 19). Siempre y cuando nos rindamos al Espíritu Santo maduraremos como cristianos (Ef. 4.13; Col. 1.28). Los creyentes son mencionados por el apóstol Pablo como “aquellos que están siendo salvos ” (comp. 2 Co. 2.15; comp. 1 Co. 1.18). Además, Pedro desafía a los discípulos de Jesús a crecer en su salvación, para dar seguridad a su llamado y elección (observe 1 Pe. 2.2; 2 P.1.4-10, comp. Heb. 6.9). Cada uno de nosotros ejercita en su vida lo que Dios obra en él a través de su Espíritu (Fil. 2.12-13 con Ef. 2.10). En este sentido, como bebés recién nacidos en Cristo, debemos crecer en todas las cosas en Él, alcanzando la madurez como creyentes (Ef. 4.9-16) con el propósito de ser maestros de otros (Heb. 5.11-14). Por supuesto, nuestra salvación se consumará en la Segunda Venida de nuestro Señor cuando, en el futuro, experimentaremos la total “redención del cuerpo” librándonos de corrupción y muerte y haciéndonos conforme al cuerpo del Jesús resucitado (Fil. 3.20-21), el día que entremos a los “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pe. 3.13). A veces es necesario pedirle a los creyentes que no se comporten como niños, exhortándoles a la madurez, a menospreciar un espíritu infantil, a alcanzar la medida completa de la estatura de Cristo, lo cual es la voluntad de Dios para el creyente en medio de su pueblo. Cosas que son comprensibles y perdonables para un bebé o un infante, son completamente escandalosas para un adolescente o un adulto, y mucho más para una

2 Página 47 Devocional

Made with FlippingBook Publishing Software