Raíces Sagradas
CAPÍTULO 3
¿CUALQUIER TRADICIÓN?
Tres niveles de autoridad cristiana
Q uizás no hay palabra tan difícil de comprender (y menos admirada y disfrutada) en el pensamiento de la iglesia contemporánea que el término “tradición”. A menudo, la gente ve a la tradición como un aburrido formalismo, un tipo de conformidad deprimente, sin sentido, poco útil para las viejas reglas y prácticas, que socava nuestra capacidad para escuchar y obedecer al Espíritu Santo. Aquellos que enfatizan la tradición comúnmente se resisten a cualquier cosa nueva. La tradición es muy a menudo usada como una excusa para no probar algo nuevo, para no renovar lo que siempre hemos hecho, y para no cambiar cuando el cambio está garantizado. Ser un tradicionalista, en casi todos los contextos, es estar asociado con lo atrasado, lo aburrido y lo frágil. Incluso Jesús criticó a los fariseos de invalidar el mandamiento del Señor, por su insistencia servil en la tradición de los ancianos (Mt. 15). A raíz de este abrumador factor negativo, ¿cómo puede alguien ser tan tonto como para abogar por la tradición hoy en día? Bueno, yo puedo serlo y lo seré. De hecho, espero que al final de este capítulo usted reconozca que es imposible tener un sentido de la revelación de nuestro Señor Jesucristo sin apelar a la tradición de los apóstoles, a ese evangelio que encomendaron a la Iglesia para ser defendido, protegido y transmitido a la siguiente generación. En este capítulo, echaremos un vistazo general a las tres dimensiones de la Tradición de la autoridad cristiana; y brevemente resumiremos algunos de los elementos doctrinales asociados con la Gran Tradición. 5
5 El contenido de este capítulo es una adaptación de un artículo escrito por mí y por Terry G. Cornett para la formación de líderes urbanos.
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