Raíces Sagradas

3. Tradiciones específicas de la Iglesia: Los fundadores de denominaciones y órdenes

La Iglesia Presbiteriana (EE.UU.) tiene aproximadamente 2.5 millones de miembros, 11,200 congregaciones y 21,000 ministros ordenados. Los presbiterianos trazan su historia hasta el siglo 16 y la Reforma Protestante. Nuestra herencia y gran parte de lo que creemos, se inició con el abogado francés Juan Calvino (1509-1564), cuyos escritos cristalizaron gran parte del pensamiento reformado que vino antes que él.

~ La Iglesia Presbiteriana, EE.UU.

Esta declaración es un ejemplo de la tradición de una iglesia específica que se coloca en el “árbol genealógico” de la santa, católica (universal) y apostólica Iglesia. Los cristianos han expresado su fe en Cristo de diversas maneras a través de movimientos que abrazan la tradición apostólica y la Gran Tradición. Por ejemplo, movimientos católicos han surgido alrededor de gente como Benedicto, Francisco o Dominico; y entre los protestantes gente como Martín Lutero, Juan Calvino, Ulrico Zwinglio y Juan Wesley. Mujeres han fundado movimientos vitales de la fe cristiana (por ejemplo, Aimee Semple McPherson, de la Iglesia del Evangelio Cuadrangular); así como las minorías (por ejemplo, Richard Allen, de la Iglesia Episcopal Metodista Africana, o Charles H. Mason, de la Iglesia de Dios en Cristo, quien también contribuyó a iniciar las Asambleas de Dios). Todos ellos trataron de expresar la tradición autoritativa y la Gran Tradición de una manera específica de acuerdo a su época. El surgimiento de importantes y dinámicos movimientos de fe en diferentes épocas y diferentes pueblos, revelan la obra poderosa del Espíritu Santo en toda la historia. Así, dentro del catolicismo han surgido nuevas comunidades, tales como los benedictinos, franciscanos y dominicos; y fuera del catolicismo surgieron nuevas denominaciones como los luteranos, presbiterianos, metodistas, Iglesia de Dios en Cristo, etc. Cada una de estas tradiciones específicas tienen “fundadores”, líderes clave cuya visión ayudó a establecer una expresión única de fe y prácticas cristianas. Por supuesto, para ser legítimos, estos movimientos deben estar fielmente adheridos tanto a la tradición apostólica como a la Gran Tradición. Los miembros de estas tradiciones específicas abrazan sus propias prácticas y patrones

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