Representar

i. ¿A mí mismo? ¿A mi familia? ¿A mi vecindario? Si estas son nuestras respuestas, deberíamos esperar encontrarnos en el pozo como Pedro. ii. Si queremos una transformación real, una redención real, un poder real en nuestras vidas, debemos representar a Cristo y su Reino por el poder del Espíritu Santo.

3. Conclusión: “La autoridad no proviene de su currículum. Viene de a quién representa usted.” – Rev. Dr. Don L. Davis

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