Teología de la Iglesia, Libro de Notas del Estudiante, SW03
T E O L O G Í A D E L A I G L E S I A
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escogido a algunos para ir al infierno. Hay algunas personas, sugiere el libro, que no querrán y no podrán venir a Cristo porque no fueron escogidos para ser salvos; Dios los pasó por alto, y por lo tanto morirán sin Cristo y sin esperanza. Esta idea perturba al estudiante, pero parece tener una cierta lógica. ¿Acaso el elegir a algunos y no elegir a otros afirma que Dios está jugando “a los favoritos”? ¿Acaso aquellos a quienes no escogió tuvieron siquiera oportunidad de ser salvos? ¿Acaso no somos hipócritas al invitar a la gente a venir a Cristo cuando sabemos que algunos de ellos nunca podrán venir, independientemente de cuánto lo quieran? ¿Cómo podría ayudar a este querido estudiante a resolver este tema? En una célula que se enfocaba en estudiar misiones, surgió una discusión entre los miembros sobre si todos debían o no obedecer la Gran Comisión. Algunos sugerían que independientemente de lo mucho que lo intentaran, nunca ganarían almas como Billy Graham o el apóstol Pablo. Ellos tenían el don de Dios para esa tarea, y nosotros sencillamente estamos llamados a compartir las Buenas Nuevas en el círculo de nuestras amistades y familia. Otros protestaron diciendo que la Gran Comisión es un mandamiento para cada generación de cristianos y que todos los creyentes deben encontrar la manera de ir, bautizar y enseñar, ya que Jesús nos ordenó hacerlo. Nadie está exonerado; todos debemos responder. ¿Cómo contestaría estos argumentos contradictorios? Luego de experimentar el desánimo y los disgustos causados por la gente que finge creer pero que en realidad no cree, una pequeña iglesia comenzó a decir que para que una persona se salve debe confesar a Jesús como Señor. Esto no es nada nuevo, ya que, después de todo, es lo que enseña Romanos 10. Sin embargo, esta iglesia ha llevado esa enseñanza a otro nivel. Como muchas personas dicen pertenecer a Jesús pero no muestran ninguna señal de compromiso hacia Él, el pastor comenzó a pedirle a la gente que no sólo crea en los hechos de la resurrección, sino que hagan un compromiso personal para vivir en obediencia a los mandamientos de Jesús para ser salvos. Algunos de los ancianos se han comenzado a preocupar; piensan que el pastor está enseñando la salvación por medio de las obras y que eso apartará a la gente del Señor. Otros le han dado la bienvenida a la enseñanza, ya que les parece que es una alternativa refrescante para la prédica débil y anémica que aparentemente prevalece en las iglesias hoy día. ¿Qué diría frente a este dilema? Todos evangelizamos, pero sólo unos pocos son evangelistas. Señorío de la salvación
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