Teología de la Iglesia, Libro de Notas del Estudiante, SW03

T E O L O G Í A D E L A I G L E S I A

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La salvación significa unirse al pueblo de Dios (continuación)

b. Is. 56.3-8 - Y el extranjero que sigue a JEHOVÁ no hable diciendo: Me apartará totalmente JEHOVÁ de su pueblo . Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. [4] Porque así dijo JEHOVÁ: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, [5] yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá. [6] Y a los hijos de los extranjeros que sigan a JEHOVÁ para servirle, y que amen el nombre de JEHOVÁ para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, [7] yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar ; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. [8] Dice JEHOVÁ el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré sobre él a sus congregados . 4. El Nuevo Testamento sugiere que aun Moisés (de raza hebrea, pero culturalmente criado como egipcio, por lo tanto, un extranjero) tuvo que tomar una decisión consciente de unirse al pueblo de Dios, en fe, para poder experimentar la salvación. Heb. 11.25 - Escogiendo [Moisés] antes ser maltratado con el pueblo de Dios , que gozar de los deleites temporales del pecado. 5. Resumen: [En el Antiguo Testamento] la salvación vino, no por el mérito del hombre, sino porque el hombre pertenecía a una nación peculiarmente escogida por Dios (“Salvación”, International Standard Bible Encyclopedia [Electronic ed.]. Cedar Rapids: Parsons Technology, 1998).

B. Nuevo Testamento

“ . . . quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito 2.14). 1. Tanto Pedro como Pablo sugieren que el punto de vista de la salvación en el Nuevo Testamento también está centrado, así como en el Antiguo Testamento, en que Dios llama y separa a un pueblo, pero que el pueblo “llamado fuera” está ligado a Cristo y su Iglesia, más que a una “nación” política o étnica.

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