Consiga Pretender

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los pueblos al arrepentimiento y a tener fe para entrar en el Reino de Dios. A través de actos de justicia y rectitud, la Iglesia muestra la vida del Reino en el mundo de hoy, y a través de su predicación y forma de vida provee un testimonio y una señal del Reino presente en y para el mundo ( sacramentum mundi ), y como pilar y baluarte de la verdad. Como evidencia del Reino de Dios y custodia de la Palabra de Dios, la Iglesia se encarga de definir con claridad y defender la fe una vez dada a la Iglesia por los apóstoles. Conclusión: Encontrando nuestro futuro, mirando hacia atrás En un momento en el que muchos están confundidos por el ruidoso caos de tantos que pretenden hablar por Dios, es hora de que volvamos a descubrir las raíces de nuestra fe, que volvamos al comienzo de la confesión y la práctica cristiana, y ver si de hecho podemos recuperar nuestra identidad en la adoración y el discipulado de Cristo que cambió el mundo. A mi juicio, esto se puede hacer a través de una apropiación seria y evangélica de la Gran Tradición, esa creencia y práctica básica que es la fuente de todas nuestras tradiciones, ya sea católica, ortodoxa, anglicana o protestante. Por supuesto, las tradiciones específicas seguirán tratando de expresar y vivir su compromiso con la Tradición Suprema (e.d., las Escrituras) y la Gran Tradición a través de su adoración, enseñanza y servicio. Nuestras diversas tradiciones cristianas (“t” minúscula), cuando tienen su raíz y expresión en la enseñanza de las Escrituras y son guiadas por el Espíritu Santo, seguirán haciendo al evangelio algo claro dentro de nuevas culturas o subculturas, hablando y mostrando la esperanza de Cristo en nuevas situaciones formadas por su propio conjunto de cuestiones a la luz de sus propias y únicas circunstancias. Nuestras tradiciones son esencialmente movimientos de contextualización, es decir que son intentos de hacer de la

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