Consiga Pretender
60 • ¡Consiga pretender!
en el rechazo final de Dios a la humanidad. Más bien, a través de la promesa que Dios les hizo en el Jardín del Edén, el Señor les aseguró que enviaría un glorioso conquistador que aplastaría el cráneo (hasta el reinado y el dominio) de la serpiente que causó la caída de nuestros primeros padres. “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y su descendencia; él te lastimará la cabeza y tú le lastimarás el talón” (Gén. 3:15). Esta promesa divina de traer al mundo esa “descendencia de la mujer” en muchos sentidos constituye el centro del drama cósmico de Dios, y la historia de salvación narrada con tanto cuidado en las páginas de las Escrituras. Desde el jardín hasta Noé, hasta la Torre de Babel, y luego a los patriarcas, la Biblia describe la determinación soberana de Dios de rescatar a la humanidad de su peor rebelión a través de un Salvador que vendría a través del linaje de Abram, más tarde llamado Abraham. “Ahora el Señor le dijo a Abram: ‘Vete de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una gran nación, y te bendeciré y haré que tu nombre sea grandioso, para que seas una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te deshonre, maldeciré, y en ti todas las familias de la tierra serán bendecidas” (Gén. 12:1-3). Observe los contornos de la promesa del pacto de Dios a Abraham dada aquí: • Haré de ti una “gran nación” • Te bendeciré y haré que tu nombre sea grandioso • Para que seas una bendición • Bendeciré a quienes te bendigan, maldeciré a quienes te maldigan • Por ti todas las familias de la tierra serán benditas (benditas ellas mismas)
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