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Capítulo 4: Aplazar, renovar, ponerse • 85

Según Pablo en Efesios 4:20-22, los que creemos hemos escuchado la verdad de esta majestuosa posición de gracia, y se nos ha enseñado la verdad en Jesús que contradice directamente las viejas y cansadas mentiras y los deseos de nuestras vidas gentiles precristianas. Ahora, Pablo nos exhorta a aplazar estas falsas identidades pre-cristianas, estilos de vida y perspectivas de nuestro “viejo yo”, las personas que solíamos ser antes de confesar nuestra fe en Jesucristo, cuando no éramos salvos. Pablo llama a todos los creyentes a rechazar conscientemente las viejas formas de diálogo interno, auto-concepto y auto-definición que teníamos antes de conocer al Salvador. Sea lo que sea, como nos llamen, las etiquetas que otros hayan usado sobre nosotros, todo esto ahora debe ser ignorado a favor de la verdad en Jesucristo. Según Pablo, nuestra posición ha cambiado y, por lo tanto, ahora nunca deberíamos aceptar los mismos viejos y cansados juicios que nosotros y otros teníamos sobre quiénes éramos y de qué se trataba nuestra vida. Desde que hemos creído, ahora estamos arraigados en una nueva dirección y filosofía: hemos “aprendido a Cristo” (vv. 20-21). Nuestra salvación en Cristo nos ha proporcionado una base completamente nueva de nuestra auto- definición: poseemos una identidad completamente nueva. No debemos tratarnos a nosotros mismos como la misma persona que éramos antes de venir a Cristo.. De hecho, debemos “aplazar” (descartar, arrebatar, dejar a un lado) nuestras viejas identidades que pertenecen a nuestra forma de vida anterior (v. 22a). Al igual que la ropa vieja y gastada, carcomida y mohosa, debemos “dejar que toda la amargura e ira, cólera y clamor y la calumnia se alejen de ti, junto con toda la malicia” (Ef. 4:31). Pablo afirma esta misma actitud de rechazar las perspectivas y comportamientos pasados en otros lugares donde discipuló a cristianos en crecimiento (cf. Col. 3:8 – Pero ahora debes alejarlos a todos: ira, cólera, malicia, calumnia y charla obscena de su boca). Los cristianos no están obligados a