Currículo Pilar Fundamental, Edición Oficial de Certificación - Guía del mentor (Spanish Cornerstone Mentor's Guide)
NOTAS DEL MENTOR / 107
tribulaciones, conflictos, y pruebas por causa de su nombre (2 Co. 12:9-10; Ro. 8:35-39), y por medio de su autoridad real recibida del Padre, él como Señor derrota, desarma y ordena a través de su poder para limitar la influencia y efectos de sus enemigos (Hch. 12:17; 18:9-10; 1 Co. 15:25). Jesús ha sido comisionado por Dios para tener toda autoridad en el cielo y la tierra, él ordena y arregla todas las cosas que existen para su más grande gloria y honor, y determina el bien inherente en todas las cosas (Ro. 8:28; 14:11; Col. 1:18; Mt. 28:19-20). Y como juez, un día ejecutará la sentencia correcta del Padre sobre aquellos que rechazan las buenas nuevas del Reino, y tomará venganza de aquellos que resisten su reinado y desobedecen su evangelio (Sal. 2:9; 2 Tes. 1:8). La llegada de Jesús al mundo representa un nuevo nivel de intensidad y enfoque en la batalla divina de Dios para restaurar Su reino en el mundo. En un sentido real, Jesús de Nazaret intensifica la batalla del Reino en el mundo, no enfocándose en la maldad y el pecado humano, sino en los poderes malévolos del maligno, y las potestades y principados espirituales. Jesús inaugura el Reino con una violencia genuina en contra del reino del diablo, pero él no pelea la batalla con lanza y espada, sino con los instrumentos de la batalla espiritual en el Espíritu Santo. Por ejemplo, cuando Pedro recurre al uso de la espada para proteger a Jesús, él lo reprende y se dirige a la cruz, la cual es la última arma secreta del Reino de Dios (Mt. 26:50–56). Este concepto de Jesús como el Guerrero Supremo y la muerte de Cristo en la cruz como la última arma es descrita por Pablo en Colosenses donde habla que Cristo está desarmando los poderes y autoridades (Col. 2:15), y la derrota final de sus enemigos por medio de la cruz. La muerte y ascensión de Jesús están figuradas como una celebración de victoria, una festejo del Gran General quien trae el botín y los prisioneros de guerra en su victoriosa y poderosa procesión. Este concepto también puede ser visto en Efesios 4:7-8, al citar el Salmo 68, un himno clásico de guerra divina, sorprendentemente, nuestro Señor Jesús venció los enemigos de Dios e inauguró el Reino, ganando la batalla más grande de todas las batallas en la cruz, al ser muerto, no matando él físicamente a otros.
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T eolog í a y É t i ca
& 5 página 182 Punto del bosquejo: I
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