Currículo Pilar Fundamental, Edición Oficial de Certificación - Guía del mentor (Spanish Cornerstone Mentor's Guide)
166 / CURRÍCULO PILAR FUNDAMENTAL GUÍA DEL MENTOR
Podemos sintetizar la predicación con estas palabras: Dios ha hablado, como está escrito o, predica la Palabra (P. Adam, Speaking God’s Words , pág. 15–56). Dios ha hablado. La revelación de Dios es siempre expresada o explicada a través de las palabras. A través de éstas Dios ha hablado de su propia persona y de su creación, el significado de sus obras, además de sus actos de salvación. Por estas palabras conocemos Su identidad y la importancia de su Hijo, Cristo Jesús, su plan de salvación y el evangelio que es predicado. Es a causa de estas palabras que conocemos cómo responder a la gracia de Dios en obediencia y fe y esperar el regreso de Cristo y la consumación del Reino de Dios. Dios se ha dado a sí mismo por nosotros, rebajándose a hablar un lenguaje humano, pero con palabras verdaderas, a fin de que respondiéramos en fe al escuchar su voz. Cuando Dios se hace presente en nuestras vidas es para hablarnos; al igual que habló una vez en la tierra, ahora nos alerta desde el cielo (Heb. 12:25). El concepto que Dios se revela al “hablar” o por medio de “palabras” es tan poderoso que es usado como metáfora por Dios en su Hijo. Por esta razón en Hebreos 1 leemos: “Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”; Pablo escribe de Jesús que él “predicó paz”; y Juan lo describe como “la Palabra” (Heb. 1:1–2; Ef. 2:17; Jn. 1:1). Dios usa palabras para revelar la Palabra. Escrito está. Muchas palabras de Dios han quedado registradas para futuras generaciones. Moisés no sólo habló al pueblo de Israel las palabras que Dios le dictaba, sino que las escribió, para que generaciones posteriores, quienes eran constituidas como el pueblo de Dios a causa de los mismos actos de salvación, pudieran recordar el pacto de Dios con ellos. Los sermones de Moisés en los llanos de Moab fueron escritos, no sólo para los oyentes inmediatos, sino también para las generaciones venideras del pueblo de Dios. Cuando estos antiguos escritos son redescubiertos, leídos y obedecidos, como en los tiempos de Josías y Esdras, nos sentimos reanimados. Las palabras de Dios fueron escritas para nosotros “a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co. 10:11).
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M i n i s t e r i o C r i s t i ano
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