Dios el Espiritu Santo, Libro de Notas del Estudiante, SW14

D I O S E L E S P Í R I T U S A N T O

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Nuestro objetivo para este segmento, El Espíritu que nos convence de nuestro pecado, es permitirle: • Reconocer que los seres humanos son engañados por su condición pecaminosa (su seriedad y consecuencias) y son reacios e incapaces de buscar verdaderamente a Dios y su justicia. • Explicar el significado de la convicción y describir el papel del Espíritu al traer a las personas al conocimiento de su condición pecaminosa.

Ro. 3.9-11 ¿Qué pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios”.

• Definir las palabras hebreas y griegas claves para el arrepentimiento.

• Describir los tipos de cambios que acompañan el verdadero arrepentimiento bíblico. • Demostrar en las Escrituras que el arrepentimiento es producido por la obra del Espíritu Santo.

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I. El ministerio del Espíritu de convencer

Video y bosquejo segmento 2

A. Definición: la convicción es una actividad del Espíritu que trae una conciencia interior de nuestra culpa ante Dios. Es una certeza profunda de nuestra propia corrupción y una conciencia que merece castigo por nuestras acciones. La convicción mina o socava el sentido de justificación, y el poner excusas para hacer el mal. El profeta Isaías lo expresa mejor al decir, “Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. (Is. 6.5)

El Espíritu Santo vence la ceguera espiritual de la raza humana: primero, a través de la convicción de pecado, por la cual el pecado despierta al pecador y lo hace consciente del mismo, y segundo, a través de la gracia del arrepentimiento, por la cual el Espíritu guía a una persona al arrepentimiento piadoso de su pecado, lo cual tra como resultado la confesión y el cambio.

B. La verdadera convicción del pecado nunca es un fenómeno humano sino que siempre es la obra del Espíritu de Dios.

1. El corazón humano es engañoso, malvado, y no es capaz de asirse a su necesidad de Dios (Gn. 3.13; Gn. 6.5; Sal. 14.1-3; 36.1-2; Is. 29.13; Jer. 9.6-8; Ro. 3.-18; 2 Co. 4.3-4; 2 Ti. 3.12-13).

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