Dios el Padre, Guia del Mentor, MG06

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D I O S E L P A D R E

“Gloria sea al Padre”—canta la iglesia—y al Hijo, y al Espíritu Santo”. ¿Qué es esto?, preguntamos, ¿una alabanza dirigida a tres dioses? No; una alabanza al Dios único en tres personas; como lo expresa el himno: ¡Jehová! ¡Padre, Espíritu, Hijo! ¡Misteriosa Trinidad! ¡Tres en Uno! Este es el Dios al que ofrecen culto los cristianos: el Dios trino. La médula de la fe en cristiana en Dios es el misterio revelado de la Trinidad. Trinitas es una palabra latina que expressa la idea de lo que tiene el carácter de las “tres-idad”. El cristianismo descansa sobre la doctrina de trinitas, del tres-en-uno, de la persona trina, de Dios.

~ J.I.Packer. El Conocimiento del Dios Santo. Miami, Florida, 2006. p. 85.

En un tiempo donde la enseñanza formal de la revelación de Dios concerniente a sí mismo es considerada un “equipaje teológico”, es importante recordarle a los estudiantes lo que está en juego en la creencia correcta sobre Dios. Ambos textos afirman la importancia de ver y entender bien a Dios, en sincronización con lo que Él nos ha revelado en cuanto a su ser. Nuestra responsabilidad es descubrir a Dios como Él es, y no como pensamos que es, o quisiéramos que sea. Que nuestra idea de Dios se aproxime lo más posible al verdadero ser de Dios es algo de inmensa importancia para nostoros. Comparados con nuestros pensamientos reales acerca Él, nuestras declaraciones en los credos resultan de poca importancia. Nuestra idea real de Dios pudiera hallarse enterrada bajo los desechos de las nociones religiosas convencionales, y quizás se necesite una búsqueda inteligente y vigorosa antes de ser desenterrada y expuesta tal como es. Sólo después de una fuerte prueba de doloroso examen personal, estaremos en condiciones de descubrir lo que creemos en realidad sobre Dios.

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~ A.W. Tozer. El Conocimiento del Dios Santo. Deerfield, Florida, 1996. p.8.

Se puede conocer mucho acerca de Dios sin tener mucho conocimiento de él. Estoy seguro de que muchos de nosotros nunca nos hemos dado cuenta de esto. Descubrimos en nosotros un profundo interés en la teología (disciplina que, desde luego, resulta sumamente fascinante; en el siglo diecisiete constituía el pasatiempo de todo hombre de bien). Leemos libros de teología y apologética. Nos aventuramos en las historia cristiana y estudiamos el credo cristiano. Aprendemos a manejar las

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