El Antiguo Testamento Testifica de Cristo y Su Reino, Libro de Notas Del Estudiante, SW09
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E L A N T I G U O T E S T A M E N T O T E S T I F I C A D E C R I S T O Y S U R E I N O
1 Juan 3.8 - El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 1 Juan 5.5 - ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éstos y otros textos expresan claramente el poder de la promesa del Señor en lo que respecta a “aplastarle la cabeza a la serpiente” en el designio de la “simiente ungida de la mujer”. Dios ha determinado resumir toda la historia humana en el cumplimiento de una promesa única, en la restauración y redención de su creación a través de Jesús de Nazaret. Ya conocemos que esta promesa, en parte, se cumplió con la venida y obra de Jesús de Nazaret, sabiendo además que vendrá en su Segunda Venida para concluir la obra que comenzó en la cruz. ¿No es sorprendente que toda la historia del mundo se reduzca a una promesa única y la absoluta determinación de nuestro Dios, el cual es fiel y soberano para cumplir su Palabra? Esta es la base de nuestra fe, el propósito de nuestra adoración, y la razón por la cual leemos las Escrituras. Esta promesa divina recorre la historia sagrada del pueblo de Israel hasta ser cumplida en la persona de Jesús de Nazaret. Él es el centro y final de toda obra salvífica realizada por Dios en este mundo. ¿No es sorprendente que Dios haya cumplido su promesa en la persona de Jesucristo? ¿No es maravilloso saber que cuando Él promete algo nunca cambia de parecer, sino que cumple sus promesas sagradas todo para la gloria de su nombre y la salvación de los suyos? Pongamos nuestra fe en la sencilla afirmación del apóstol, y vivamos creyéndolo con todo nuestro corazón y nuestra mente: 1 Ts. 5.23-24 - Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo [24] Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. ¡El Dios que en el Edén afirmó su propósito soberano para el mundo, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo es, de hecho, el Cumplidor de la Promesa Original !
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