El Manual de Entrenamiento Basico del Decano de Evangel

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tras sí a los discípulos. [31] Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno (Hch. 20:28-31a). 5. La responsabilidad más importante de los ancianos es hacer espacio para escuchar la Palabra y escuchar al Señor en oración (Hch. 6:4; 1 Tim. 3:2; Tito 1:9; Stg. 5:13-20). Estamos dedicados a la Palabra de Dios.

Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra (Hch. 6:4).

Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar (1 Tim. 5:17). ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. [14] ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. [15] Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. [16] Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. [17] Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. [18] Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto. [19] Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, [20] sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados (Stg. 5:13-20). 6. Los ancianos priorizan una conciencia limpia ante Dios (Hch. 20:28). Sabemos que finalmente daremos cuenta a Dios por la forma en que hemos guiado al pueblo de Dios (Heb. 13:7). Valoramos el temor del Señor (Prov. 9:10).

Por tanto, mirad por vosotros. . . . (Hch. 20:28a).

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe (Heb. 13:7).

El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. (Prov. 9:10).

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