El Manual de Entrenamiento Basico del Decano de Evangel

S eminarios • 87

C. Las relaciones y los recursos son encargos de Dios, nunca se convertirán en nuestros ídolos o en nuestro enfoque.

Implicación 1: Dios nos ha confiado como sus siervos sus posesiones más valiosas y el mandato más significativo.

Administradores de los misterios de Dios, 1 Cor. 4:1-2 – Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 2 Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel. El Tesoro del Espíritu dentro de nosotros, 2 Cor. 4:6-7 – Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. [7] Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. Implicación 2: El corazón de la renovación espiritual es la afirmación de que nuestras vidas tienen su fuente en Dios, quien nos llama, nos proporciona su poder, quien nos guía, quien trabaja en nuestras vidas, y nos da todo lo que necesitamos para la vida y devoción. Ningún ministro del evangelio debe pretender que cualquier parte de su vida o ministerio se basa en su propio poder e ingenio. “. . . ‘No por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu’, dice el Señor de los ejércitos” (Zac. 4:6 – LBLA).

Ningún hombre fue honrado por lo que recibió. El honor es la recompensa por lo que dio.

Si su gastos exceden sus ingresos, entonces su mantenimiento será su perdición.

Nos ganamos la vida con lo que obtenemos de la vida, pero hacemos una vida con lo que damos.

III. Como administradores de los misterios y recursos del Señor, se nos invita a invertirlos ambiciosa, valiente e ingeniosamente para que sus propósitos puedan cumplirse a través de nosotros. Lucas 21:1-4 (LBLA) – “Levantando Jesús la vista, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro. [2] Y vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas de cobre; [3] y dijo: En verdad os digo, que esta viuda tan pobre echó más que todos ellos; [4] porque todos ellos echaron en la ofrenda[c] de lo que les sobraba, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para vivir”.

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